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El amor, un principio divino y eterno
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El amor brota espontáneamente cuando el yo se oculta
Cuando el yo se oculta en Cristo, brota espontáneamente el
verdadero amor. No es una emoción o un impulso sino una decisión
de una voluntad santificada. No consiste en un sentimiento sino en
la transformación de todo el corazón, el alma y el carácter, los cuales
están muertos al yo y vivos para Dios. Nuestro Señor y Salvador
nos pide que nos entreguemos a Él. Entregar el yo a Dios es todo lo
que nos pide, darnos a él para que nos use como lo vea conveniente.
Hasta que no lleguemos a este punto de sumisión, no trabajaremos
con alegría, utilidad ni éxito en ninguna parte.—
The S.D.A. Bible
Commentary 6:1100, 1101 (1898)
.
El amor no es un impulso sino un principio divino
Un supremo amor a Dios y un amor abnegado hacia nuestros
semejantes, es el mejor don que nuestro Padre celestial puede con-
ferirnos. Tal amor no es un impulso, sino un principio divino, un
poder permanente. El corazón no consagrado no puede originarlo ni
producirlo. Solamente se encuentra en el corazón en que reina Jesús.
“Nosotros lo amamos a él, porque él nos amó primero”.
1 Juan 4:19
.
En el corazón renovado por la gracia divina, el amor es el principio
de acción dominante.—
Los Hechos de los Apóstoles, 455 (1911)
.
El amor, una fuerza intelectual y moral
El amor es poder. Este principio encierra una fuerza intelectual
y moral, que no puede separarse de él. El poder de la riqueza tiende
a corromper y destruir. El poder de la fuerza es grande para hacer
daño; pero la excelencia y el valor del amor puro consisten en su
eficiencia para hacer bien, solamente el bien. Cualquier cosa que
se haga por amor, por pequeña o despreciable que sea a la vista de
los hombres, es completamente fructífera; porque Dios considera
de más valor con cuánto amor se trabajó que la cantidad lograda.
El amor es de Dios. El corazón inconverso no puede producir esta
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planta cultivada por el cielo, porque esta vive y florece solamente
donde Cristo reina.—
Joyas de los Testimonios 1:207, 208 (1868)
.