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Dependencia e independencia
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Tome a Dios como su consejero
En lugar de llevar sus angustias a un hermano o a un pastor,
llévelas al Señor en oración. No ponga al pastor donde debe estar
Dios, sino hágalo objeto de sus oraciones. Todos hemos errado
en este punto. El ministro de Cristo es como otros hombres. Es
cierto, él lleva responsabilidades más sagradas que un hombre de
negocios corriente, pero no es infalible. Está rodeado de debilidades,
y necesita gracia e iluminación divinas. Necesita la unción celestial
para hacer su obra con exactitud y éxito y dar pruebas plenas de
su ministerio. Hay algunos que ignoran el camino de la vida y la
salvación, y ellos encontrarán que el ministro piadoso les enseñará
qué deben hacer para ser salvos.
Los que saben cómo orar, que saben qué son las invitaciones del
evangelio de Cristo, que conocen la inmutabilidad de sus promesas,
deshonran a Dios cuando ponen su carga sobre los hombres finitos.
Siempre es correcto deliberar juntos. Es correcto conversar juntos. Es
correcto aclarar ante los hermanos y el pastor las dificultades que se
presentan en cualquier empresa. Pero no deshonren tan grandemente
a Dios por depender del hombre por sabiduría. Busquen a Dios a fin
de obtener la sabiduría que viene de arriba. Pida a sus colaboradores
que oren con usted, y el Señor cumplirá su palabra: “Donde están
dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos”.
Mateo 18:20
.—
Manuscrito 23, 1899
.
[265]
Dependencia e independencia en las relaciones de trabajo
La opinión de un hombre
Es un error hacer creer a los hombres que los obreros de Cristo no
debieran hacer nada antes de haber llevado el asunto a una persona
de responsabilidad. No se debe educar a los hombres para que
consideren a los hombres como si fueran Dios. Aunque es necesario
que haya consejo y unidad de acción entre los obreros, la opinión
y el juicio de un hombre no deben ser el poder controlador.—
The
Review and Herald, 7 de agosto de 1894
.