Principios de motivación
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Dejar de alcanzar el potencial de uno
Muchos no llegan a ser lo que debieran porque no emplean el
poder que hay en ellos. No echan mano, como deberían hacerlo,
de la fuerza divina. Muchos se desvían de la actividad en la cual
alcanzarían verdadero éxito. En procura de más honores, o de una
tarea más agradable, intentan algo para lo cual no están preparados.
Más de un hombre cuyos talentos se adaptan a una vocación
determinada, desea ser profesional; y el que hubiera tenido éxito
como agricultor, artesano o enfermero, ocupa inadecuadamente el
puesto de pastor, abogado o médico. Hay otros que debieran haber
ocupado un puesto de responsabilidad, pero por falta de energía,
aplicación o perseverancia, se contentan con un puesto más fácil.—
La Educación, 267 (1903)
.
Grandes posibilidades en la vida
Y en cuanto a las posibilidades de la vida, ¿quién es capaz de
decidir cuál es grande y cuál pequeña? ¡Cuántos obreros que ocupan
lugares humildes en la vida, al crear factores de bendición para
el mundo, han logrado resultados que los reyes envidiarían!—
La
Educación, 266 (1903)
.
“Algo mejor”, la ley de la verdadera vida
“Algo mejor”, es el santo y seña de la educación, la ley de toda
verdadera vida. Cuando Cristo nos pide que abandonemos alguna
cosa, nos ofrece en su lugar algo mejor.
A menudo los jóvenes albergan propósitos y anhelan ocupacio-
nes y placeres que no parecen malos, pero que distan mucho de ser
buenos. Desvían la vida de su más noble propósito. Las medidas
arbitrarias o la acusación directa pueden no servir para guiar a esos
jóvenes a renunciar a lo que desean. Diríjaseles a algo mejor que
la ostentación, la ambición o la complacencia. Póngaselos en con-
tacto con una belleza más verdadera, con principios más elevados
y con vidas más nobles. Permítaseles ver a Aquel que es “del todo
amable”.
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Una vez que la mirada se fija en él, la vida halla su centro. El
entusiasmo, la devoción generosa, el ardor apasionado de la juventud