Capítulo 38—Equilibrio en la educación
La educación tiene implicaciones eternas
La educación es una obra cuyos efectos se verán durante los si-
glos sin fin de la eternidad.—
Joyas de los Testimonios 2:427 (1900)
.
Restaurar la armonía en el ser
El verdadero propósito de la educación es restaurar la imagen de
Dios en el alma. En el principio, Dios creó al hombre a su propia
semejanza. Lo dotó de cualidades nobles. Su mente era equilibrada,
y todas las facultades de su ser eran armoniosas. Pero la caída y
sus resultados pervirtieron estos dones. El pecado echó a perder y
casi hizo desaparecer la imagen de Dios en el hombre. Restaurar
esta fue el objeto con que se concibió el plan de la salvación y se le
concedió un tiempo de gracia al hombre. Devolverle a la perfección
original con la que fue creado, es el gran objeto de la vida, el objeto
en que estriba todo lo demás. Es obra de los padres y maestros, en
la educación de la juventud, cooperar con el propósito divino; y al
hacerlo son “colaboradores [...] de Dios”.
1 Corintios 3:9
.—
Historia
de los Patriarcas y Profetas, 645, 646 (1890)
.
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Desarrollar todos los talentos
Todas las distintas capacidades que el ser humano posee—de la
mente, del alma y del cuerpo—le fueron dadas por Dios para que
las dedique a alcanzar el más alto grado de excelencia posible. Pero
esta cultura no puede ser egoísta ni exclusiva; porque el carácter
de Dios, cuya semejanza hemos de recibir, es benevolencia y amor.
Toda facultad y todo atributo con que el Creador nos haya dotado
deben emplearse para su gloria y para el ennoblecimiento de nuestros
semejantes. Y en este empleo se halla la ocupación más pura, más
noble y más feliz.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 646 (1890)
.
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