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Influencias prenatales
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como un legado para la siguiente generación, enfermedad, intelectos
debilitados y una moralidad contaminada.—
Testimonies for the
Church 4:31 (1876)
.
Sed insaciable, deseos pecaminosos se trasmiten a su prole
Ambos padres transmiten a sus hijos sus propias características,
mentales y físicas, su temperamento y sus apetitos... Los que beben
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alcohol y los que usan tabaco pueden transmitir a sus hijos sus
deseos insaciables, su sangre inflamada y sus nervios irritables, y se
los transmiten en efecto. Los licenciosos legan a menudo sus deseos
pecaminosos, y aun enfermedades repugnantes, como herencia a
su prole. Como los hijos tienen menos poder que sus padres para
resistir la tentación, hay en cada generación tendencia a rebajarse
más y más.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 604 (1890)
.
Como regla, cada hombre intemperante que cría hijos transmi-
te sus inclinaciones y tendencias malas a su descendencia.—
The
Review and Herald, 21 de noviembre de 1882
;
La Temperancia, 151
.
La vida prenatal de Sansón regulada por Dios
—Las palabras
dirigidas a la esposa de Manoa contienen una verdad que las madres
de hoy harán bien en estudiar. Al hablar a esta madre, el Señor
habló a todas las madres ansiosas y afligidas de aquel tiempo, y
a todas las madres de las generaciones sucesivas. Sí, cada madre
puede comprender su deber. Puede saber que le carácter de sus hijos
dependerá más de sus hábitos anteriores a su nacimiento y de sus
esfuerzos personales después del nacimiento, que de las ventajas o
desventajas exteriores.—
CRA 257 (1902)
.
Dios tenía asignada una importante obra para el hijo prometido
de Manoa, y para asegurarle las cualidades necesarias para realizar
esa obra, los hábitos de la madre tanto como del niño tenían que ser
cuidadosamente regulados... El niño sería afectado para bien o para
mal por los hábitos de la madre. Ella misma debía gobernarse por
principios y practicar la temperancia y la abnegación, si había de
procurar el bienestar de su niño.—
La Temperancia, 80 (1890)
.
El padre y la madre están involucrados
—Los padres, así co-
mo las madres, están involucrados en esta responsabilidad, y ellos
también deberían procurar fervientemente la gracia divina para que
su influencia sea tal que Dios pueda aprobar. La pregunta de ca-
da padre y cada madre debería ser: “¿Qué haremos con el niño
que nacerá?” Muchos han considerado livianamente el efecto de
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