Página 139 - Mente, C

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Herencia y ambiente
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te para su hijo. Los primeros tres años son el tiempo cuando se
dobla la diminuta rama. Las madres debieran entender la importan-
cia que existe en ese período. Entonces es cuando se establece el
fundamento.—
Conducción del Niño, 178 (1899)
.
Los primeros siete años tienen mucho que ver con la forma-
ción del carácter
—No se puede exagerar la importancia de la edu-
cación precoz de los niños. Las lecciones que aprende el niño en los
primeros siete años de vida tienen más que ver con la formación de su
carácter que todo lo que aprende en los años futuros.—
Conducción
del Niño, 177 (1903)
.
Rara vez se olvidan las primeras lecciones
—Las criaturas, ni-
ños y jóvenes no debieran oír una palabra impaciente del padre, la
madre o cualquier miembro de la familia; porque reciben impresio-
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nes muy precoces en la vida, y lo que los padres los hacen hoy, ellos
serán mañana, y al día siguiente y al siguiente. Rara vez se olvidan
las lecciones impresas en la mente del niño...
Las impresiones dejadas precozmente en el corazón se ven en
los años siguientes. Quizá queden sepultadas, pero rara vez son
raídas.—
Conducción del Niño, 178 (1897)
.
Primero el desarrollo físico
—Durante los primeros seis o siete
años de la vida del niño hay que prestar atención especial a su
educación física antes que a su intelecto. Después de este período,
si la constitución física es buena habría que atender a su educación
física e intelectual. La infancia se extiende hasta la edad de seis o
siete años. Durante ese período los niños deberían dejarse libres
como los corderitos para que corran por los alrededores de la casa
y los patios impulsados por la animación de su estado de ánimo,
saltando y brincando, libres de toda preocupación y problema.
Los padres, y especialmente las madres, deberían ser los úni-
cos maestros de las mentes de los niños en esa edad. No deberían
educarlos basándose en los libros. Por regla general los niños son
lo bastante curiosos como para aprender las cosas directamente de
la naturaleza. Formularán preguntas acerca de las cosas que ven y
que oyen, y los padres deberían aprovechar la oportunidad de ins-
truirlos y de contestar pacientemente esas pequeñas preguntas. En
esta forma pueden tomar ventaja al enemigo y fortalecer las mentes
de sus hijos al sembrar buenas semillas en sus corazones sin dejar
lugar para que arraigue el mal. Las amorosas instrucciones de las