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Mente, Cáracter y Personalidad 1
Vivir en la atmósfera del cielo
—Debemos guiarnos por la teo-
logía verdadera y el sentido común. Nuestras almas deben estar
rodeadas por la atmósfera del cielo. Los hombres y las mujeres
tienen que vigilarse; han de estar constantemente en guardia, no
permitiéndose palabra o acto que podría ser causa de que se hablase
mal de su conducta. El que profesa seguir a Cristo debe vigilarse,
mantenerse puro y sin contaminación en sus pensamientos, palabras
y actos. Su influencia sobre los demás debe ser elevadora. Su vida
ha de reflejar los brillantes rayos del Sol de Justicia.—
Consejos para
los Maestros Padres y Alumnos, 244; 197 (1913)
.
La influencia sobre la niñez modela el destino
—Desde una
edad muy tierna, los niños están al alcance de influencias desmo-
ralizadoras, pero los padres que profesan ser cristianos no parecen
discernir el mal de su propio proceder. ¡Ojalá comprendieran que
la influencia que se ejerce sobre un niño en sus más tiernos años
imprime una tendencia a su carácter y modela su destino para la vida
eterna o la muerte eterna! Los niños reciben las impresiones morales
y espirituales, y los que son sabiamente educados en la niñez quizá
yerren a veces, pero no irán lejos en su descarrío.—
Conducción del
Niño, 182, 183 (1896)
.
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Los padres son responsables en gran medida
—Los padres
son en gran medida responsables por la forma dada al carácter de
sus hijos. Deberían apuntar hacia la simetría y la proporción. Hay
pocas mentes bien equilibradas porque los padres son inicuamente
negligentes de su deber de estimular los rasgos débiles y reprimir
los malos. No recuerdan que están bajo la obligación más solemne
de vigilar las tendencias de cada niño, que es su deber adiestrar a
sus hijos en los hábitos correctos y en la forma correcta de pensar.—
Testimonies for the Church 5:319 (1885)
.
Comenzar en la infancia
—La obra de los padres debe comen-
zar cuando su hijo está en la infancia, para que pueda recibir las
correctas impresiones en su carácter antes de que el mundo coloque
su sello sobre la mente y el corazón.—
The Review and Herald, 30
de agosto de 1881
;
Conducción del Niño, 177
.
La importancia de los tres primeros años de la vida
Madres, estad seguras de que disciplináis debidamente a vuestros
hijos durante los primeros tres años de su vida. No les permitáis
que formen sus deseos y apetencias. La madre debe ser la men-