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Mente, Cáracter y Personalidad 1
Desaparece la imagen romántica
—Cuando la pareja recién
casada afronta la vida con sus cargas de perplejidades y cuidados,
desaparece el aspecto romántico con que la imaginación suele tan a
menudo revestir el matrimonio. Marido y mujer aprenden entonces
a conocerse como no podían hacerlo antes de unirse. Este es el
período más crítico de su experiencia. La felicidad y utilidad de
toda su vida ulterior dependen de que asuman en ese momento
una actitud correcta. Muchas veces cada uno descubre en el otro
flaquezas y defectos que no sospechaban; pero los corazones unidos
por el amor notarán también cualidades desconocidas hasta entonces.
Procuren todos descubrir las virtudes más bien que los defectos.
Muchas veces, nuestra propia actitud y la atmósfera que nos rodea
determinan lo que se nos revelará en otra persona. Son muchos
los que consideran la manifestación del amor como una debilidad,
y permanecen en tal retraimiento que repelen a los demás. Este
espíritu paraliza las corrientes de simpatía. Al ser reprimidos, los
impulsos de sociabilidad y generosidad se marchitan y el corazón se
vuelve desolado y frío. Debemos guardarnos de este error. El amor
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no puede durar mucho si no se le da expresión. No permitáis que el
corazón de quienes os acompañen se agoste por falta de bondad y
simpatía de parte vuestra.—
El Ministerio de Curación, 278 (1905)
.
El amor estimula hacia fines más nobles
—Ame cada uno de
ellos al otro antes de exigir que el otro le ame. Cultive lo más noble
que haya en sí y esté pronto a reconocer las buenas cualidades
del otro. El saberse apreciado es un admirable estímulo y motivo
de satisfacción. La simpatía y el respeto alientan el esfuerzo por
alcanzar la excelencia, y el amor aumenta al estimular la persecución
de fines cada vez más nobles.—
El Ministerio de Curación, 279
(1905)
.
La individualidad no se debe fusionar
—Ni el marido ni la
mujer deben fundir su individualidad en la del cónyuge. Cada cual
tiene su relación personal con Dios. A él tiene que preguntarle cada
uno: “¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Cómo cumpliré mejor el
propósito de la vida?” Fluya el caudal del cariño de cada uno hacia
Aquel que dio su vida por ellos. Considérese a Cristo el primero,
el último y el mejor en todo. En la medida en que vuestro amor a
Cristo se profundice y fortalezca, se purificará y fortalecerá vuestro
amor mutuo.—
El Ministerio de Curación, 279 (1905)
.