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La seguridad en el hogar
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Tenemos nuestra propia individualidad, y la individualidad de
la esposa no debe perderse en la de su esposo. Dios es nuestro
Creador. Somos suyos por creación, y somos suyos por redención.
Queremos ver cuánto podemos retribuir a Dios, porque El nos da
el poder moral, El nos da la eficiencia, El nos da el intelecto; y El
quiere que aprovechemos al máximo estos preciosos dones para la
gloria de su nombre.—
Manuscrito 12, 1895
.
Entera sumisión sólo a Jesús
—Dios requiere que la esposa re-
cuerde siempre el temor y la gloria de Dios. La sumisión completa
que debe hacer es al Señor Jesucristo, quien la compró como hija
suya con el precio infinito de su vida... Su individualidad no pue-
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de desaparecer en la de su marido, porque ha sido comprada por
Cristo.—
El hogar adventista, 101 (1894)
.
No debe albergarse el pensamiento que la unión es un
error
—Aunque se susciten dificultades, congojas y desalientos,
no abriguen jamás ni el marido ni la mujer el pensamiento de que
su unión es un error o una decepción. Resuélvase cada uno de ellos
a ser para el otro cuanto le sea posible. Sigan teniendo el uno para
con el otro los miramientos que se tenían al principio. Aliéntense
el uno al otro en las luchas de la vida. Procure cada uno favorecer
la felicidad del otro. Haya entre ellos amor mutuo y sopórtense uno
a otro. Entonces el casamiento, en vez de ser la terminación del
amor, será más bien su verdadero comienzo. El calor de la verdadera
amistad, el amor que une un corazón al otro, es sabor anticipado de
los goces del cielo.—
El Ministerio de Curación, 278, 279 (1905)
.
Una relación controlada por la razón
—Los que consideran
la relación matrimonial como una de las ordenanzas sagradas de
Dios, protegida por su santo precepto, estarán controlados por los
dictados de la razón. Considerarán cuidadosamente los resultados
de cada privilegio que otorga la relación matrimonial. Los tales
sentirán que sus hijos son joyas preciosas que Dios encargó a su
cuidado, para quitar de su naturaleza la superficie áspera por medio
de la disciplina, a fin de que aparezca su brillo. Se sentirán bajo la
más solemne obligación de formar sus caracteres de tal manera que
puedan hacer el bien en su vida, bendecir a otros con su luz, y que el
mundo sea mejor porque ellos vivieron en él, y que finalmente estén
en condiciones para la vida superior, el mundo mejor, para brillar en