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Mente, Cáracter y Personalidad 1
sabiendo más acerca de él.—
Consejos para los Maestros Padres y
Alumnos, 239; 192 (1913)
.
La ciencia del cristianismo y la mente
—Hay en el cristianismo
una ciencia que debe dominarse, una ciencia tanto más profunda,
amplia y elevada que cualquier ciencia humana, como los cielos
son más elevados que la tierra. La mente tiene que ser disciplinada,
educada, preparada; porque los hombres han de prestar servicio a
Dios en maneras diversas que no están en armonía con la inclinación
innata. A menudo uno debe desechar la preparación y la educación
de toda la vida, a fin de poder aprender en la escuela de Cristo. El
corazón debe ser enseñado a permanecer firme en Dios. Ancianos y
jóvenes han de formar hábitos de pensamiento que los habilitarán
para resistir la tentación. Deben aprender a mirar hacia arriba. Los
principios de la Palabra de Dios—principios que son tan altos como
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los cielos y que abarcan toda la eternidad—han de ser comprendidos
en su relación con la vida diaria. Todo acto, toda palabra, todo
pensamiento, tiene que estar de acuerdo con estos principios.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 20, 21; 19, 20 (1913)
.
Progresar sólo por medio del conflicto
—Ninguna ciencia
equivale a la que desarrolla el carácter de Dios en la vida del estu-
diante. Los que llegan a ser discípulos de Cristo encuentran que se
les proporcionan nuevos motivos de acción y que adquieren nuevos
pensamientos, de los que deben resultar nuevas acciones. Pero los
tales pueden progresar únicamente por medio de conflictos; porque
hay un enemigo que contiende siempre contra ellos, presentándoles
tentaciones que hacen que el alma dude y peque. Hay tendencias
al mal, hereditarias y cultivadas, que deben ser vencidas. El apetito
y la pasión han de ser puestos bajo el dominio del Espíritu Santo.
No tiene término la lucha de este lado de la eternidad. Pero aunque
hay que sostener batallas constantes, también hay preciosas victorias
que ganar; y el triunfo sobre el yo y el pecado es de más valor de lo
que la mente puede estimar.—
Consejos para los Maestros Padres y
Alumnos, 21; 20 (1913)
.
Es deber de todo cristiano desarrollar la mente
—Es deber
de todo cristiano adquirir hábitos de orden, minuciosidad y pronti-
tud. No hay excusa para hacer lenta y chapuceramente el trabajo,
cualquiera sea su clase. Cuando uno está siempre en el trabajo, y el
trabajo nunca está hecho, es porque no se ponen en él la mente y