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Mente, Cáracter y Personalidad 1
divisiones. No habrá obcecación en ninguno que esté unido con
Cristo. Ninguno manifestará la obcecada independencia del hijo
descarriado e impulsivo, que desecha la mano que se extiende para
conducirlo, y tropieza y anda en sus propios caminos.—
Nuestra
Elavada Vocacion, 175 (1893)
.
El fruto del amor puro
—“Todas las cosas que quisierais que
los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con
ellos”.
Mateo 7:12
. Como fruto de una conducta tal se verán resulta-
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dos bienaventurados. “Con la misma medida que midiereis, os será
vuelto a medir”.
Lucas 6:38
. Estos son los poderosos motivos que
deben constreñirnos a amarnos unos a otros con corazón puro y con
fervor. Cristo es nuestro ejemplo. El anduvo haciendo bienes. Vivió
para beneficiar a otros. El amor embelleció y ennobleció todas sus
acciones.
No se nos ordena que nos hagamos a
nosotros mismos
lo que
desearíamos que otros hiciesen con nosotros; debemos
hacer a otros
lo que quisiéramos que ellos nos hiciesen en iguales circunstancias.
Siempre se nos vuelve a aplicar la medida con que medimos.
El amor puro es sencillo en sus manifestaciones, y distinto de
cualquier otro principio de acción. El amor por la influencia y el
deseo de que otros nos estimen, puede producir una vida bien or-
denada, y con frecuencia una conversación intachable. El respeto
propio puede inducirnos a evitar la apariencia del mal. Un corazón
egoísta puede ejecutar acciones generosas, reconocer la verdad pre-
sente y expresar humildad y afecto exteriormente, y sin embargo, los
motivos pueden ser engañosos e impuros; las acciones que fluyen de
un corazón tal pueden estar privadas del sabor de vida, de los frutos
de la verdadera santidad, y de los principios del amor puro. Debe al-
bergarse y cultivarse el amor, porque su influencia es divina.—
Joyas
de los Testimonios 1:208, 209 (1868)
.
El amor hace concesiones
—El amor de Cristo es profundo y
ferviente, y mana como una corriente incontenible hacia todos los
que quieran aceptarlo. En este amor no hay egoísmo. Si este amor
de origen celestial es un principio permanente en el corazón, se dará
a conocer no sólo a aquellos con quienes estamos más vinculados
por amor en una relación sagrada, sino a todos con quienes nos
relacionamos. Nos inducirá a prestar pequeñas atenciones, a hacer
concesiones, a impartir actos de bondad, a pronunciar palabras tier-