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Mente, Cáracter y Personalidad 1
Los pensamientos contaminados que se albergan llegan a ser un
hábito, y el alma es manchada y herida. Haga un acto malo y se
produce una mancha que nadie puede quitar sino la sangre de Cristo;
y si no se aparta del hábito con firme resolución, el alma se corrompe
y las corrientes que fluyen de esta fuente contaminada corromperá a
otros. Su influencia es una maldición. Dios ciertamente destruirá a
todos los que continúan con esta obra...
Debemos ser elevados, ennoblecidos y santificados. Podemos
obtener fortaleza para vencer en Jesús; pero cuando al carácter le
falta pureza, cuando el pecado ha llegado a ser una parte del carác-
ter, tiene un poder hechizador que es igual al embriagador vaso de
licor. El poder del dominio propio y de la razón es superado por
las prácticas que manchan el ser entero; y si estas prácticas peca-
minosas se continúan, el cerebro se debilita, se enferma y pierde su
equilibrio.—
Carta 26d, 1887
.
Hombres, mujeres y jóvenes están envueltos en la deprava-
ción moral
—Diariamente aumentan los peligros morales a los que
todos, ancianos y jóvenes, están expuestos. El desvarío moral, que
llamamos depravación, encuentra amplio espacio para actuar, y los
hombres, las mujeres y los jóvenes que profesan ser cristianos ejer-
cen una influencia que es baja, sensual, diabólica.—
Carta 26d, 1877
.
Satanás está haciendo esfuerzos soberanos para envolver perso-
nas casadas, niños y jóvenes, en prácticas impuras. Sus tentaciones
hallan aceptación en muchos corazones porque no han sido elevados,
purificados, refinados y ennoblecidos por la sagrada verdad que ellos
profesan creer. No pocos han sido bajos y viles en pensamiento,
y triviales en la manera de hablar y de conducirse, de modo que
cuando vienen las tentaciones de Satanás no tienen poder moral para
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resistirlas y caen como fácil presa...—
En Lugares Celestiales, 201
(1887)
.
Pasos hacia abajo
—Las continuas tentaciones de Satanás están
diseñadas para debilitar el gobierno del hombre sobre su propio
corazón, para minar su poder de dominio propio. Conduce al hombre
a romper los lazos que lo conectan con una unión santa y feliz con
su Hacedor.
Entonces, cuando está desconectado de Dios, la pasión obtiene
el control sobre la razón, y el impulso sobre los principios, y llega
a ser pecaminoso en pensamiento y actos, se pervierte su juicio, su