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Mente, Cáracter y Personalidad 1
celestiales no se puede obtener sin el ejercicio de la fe en Dios y sin
una dependencia ferviente y humilde de El para obtener esa gracia y
fuerzas que serán suficientes para toda emergencia.—
Testimonies
for the Church 2:408 (1870)
.
El pecado de la fantasía
—[Usted es responsable ante Dios
por sus pensamientos.] Si usted consiente en vanas imaginaciones,
permitiendo que su mente se ocupe de temas impuros, en cierto
grado es tan culpable delante de Dios como si sus pensamientos se
tradujeran en acción. Todo lo que impide la acción es la falta de
oportunidad.—
Testimonies for the Church 2:561
;
Conducción del
Niño, 437 (1870)
.
Controlar los pensamientos
—Ud. debería controlar sus pen-
samientos. Esta no será una tarea fácil; no puede realizarla sin un
íntimo e incluso un severo esfuerzo...
No sólo requiere Dios que controle sus pensamientos, sino tam-
bién sus pasiones y afectos. Su salvación depende de que se gobierne
a sí mismo en estas cosas. La pasión y el afecto son poderosos agen-
tes. Si se los aplica mal, si se los pone en operación por motivos
equivocados, si se los extravía, son poderosos para causar su ruina
y dejarlo como un miserable náufrago, sin Dios y sin esperanza.—
Testimonies for the Church 2:561 (1870)
.
Los pensamientos abrigados llegan a ser un hábito
—Los
pensamientos contaminados albergados llegan a ser hábito y el al-
ma queda desfigurada y contaminada. Una vez cometida una mala
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acción, queda una mancha que no la puede quitar sino la sangre de
Cristo; y si el hábito no es rechazado con firme determinación, el al-
ma se corrompe y las corrientes que fluyen de esta fuente corrompida
contaminarán a otros.—
En Lugares Celestiales, 199 (1887)
.
Pensamientos debidamente controlados
—Necesitamos asig-
narle un elevado valor al recto control de nuestros pensamientos,
porque eso prepara la mente y el alma para trabajar armoniosamente
para el Maestro. Es necesario para nuestra paz y felicidad en esta
vida que nuestros pensamientos estén centrados en Cristo. Como
piensa el hombre, así es. Nuestro avance en la pureza moral depende
del recto pensar y actuar...
Los malos pensamientos destruyen el alma. El poder convertidor
de Dios cambia el corazón refinando y purificando los pensamientos.
A menos que se haga un esfuerzo decidido para mantener los pensa-