Página 211 - Mente, C

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Amor y sexualidad en la experiencia humana
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mientos centrados en Cristo, la gracia no puede manifestarse en la
vida. La mente debe entrar en la lucha espiritual. Cada pensamiento
debe ser puesto en cautiverio a la obediencia de Cristo...
Necesitamos un constante sentido del poder ennoblecedor de los
pensamientos puros y de la influencia deletérea de los pensamientos
malos. Pongamos nuestros pensamientos en cosas santas. Sean puros
y santos, porque la única seguridad para cada alma es el recto pensar.
Debemos usar todo medio que Dios ha puesto a nuestro alcance
para el gobierno y el cultivo de nuestros pensamientos. Debemos
poner nuestras mentes en armonía con su mente. Su verdad nos
santificará cuerpo, alma y espíritu y podremos levantarnos sobre la
tentación.—
En Lugares Celestiales, 166 (1904)
.
La dieta es un factor importante
—No se puede repetir con
demasiada frecuencia que todo lo que entra en el estómago afecta no
sólo al cuerpo, sino finalmente también a la mente. El alimento pesa-
do y estimulante afiebra a la sangre, excita el sistema nervioso y con
demasiada frecuencia embota la percepción moral, de modo que la
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razón y la conciencia son dominadas por los impulsos sensuales. Es
difícil y con frecuencia casi imposible, que tenga paciencia y domi-
nio propio el que es intemperante en la alimentación.—
Conducción
del Niño, 434 (1890)
.
La carne excita y fortalece las bajas pasiones
—No debe po-
nerse carne delante de nuestros hijos. Su influencia tiende a excitar y
fortalecer las pasiones inferiores, y tiende a amortiguar las facultades
morales. Los cereales y las frutas, preparados sin grasa y en forma
tan natural como sea posible, deben ser el alimento destinado a to-
dos aquellos que aseveran estar preparándose para ser trasladados
al cielo. Cuanto menos excitante sea nuestra alimentación, tanto
más fácil será dominar las pasiones. La complacencia del gusto no
debe ser consultada sin tener en cuenta la salud física, intelectual o
moral.—
Joyas de los Testimonios 1:259 (1869)
.
Mate la tentación
—Las pasiones inferiores tienen su sede en
el cuerpo y obran por su medio. Las palabras “carne”, “carnal”, o
“concupiscencias carnales” abarcan la naturaleza inferior y corrupta;
por sí misma la carne no puede obrar contra la voluntad de Dios.
Se nos ordena que crucifiquemos la carne, con los afectos y las
concupiscencias. ¿Cómo lo haremos? ¿Infligiremos dolor al cuerpo?
No, pero daremos muerte a la tentación a pecar.