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Amor fraternal
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cultivar esta dignidad para la honra y gloria de Dios.—
Comentario
Bíblico Adventista 5:1114 (1897)
.
Su amor por las almas mide su amor a Dios
—El amor reve-
lado en la vida de abnegación y sacrificio de Cristo ha de verse en la
vida de sus seguidores. Se nos llama a “andar como él anduvo”... Es
nuestro privilegio tener la luz del cielo sobre nosotros. Así anduvo
Enoc con Dios. No fue más fácil para Enoc vivir una vida justa
que lo que es para nosotros, en el tiempo actual. El mundo en su
tiempo no favorecía más el crecimiento en la gracia y la santidad
que el mundo actual... Vivimos en los peligros de los últimos días, y
debemos recibir nuestra fuerza de la misma fuente. Debemos andar
con Dios...
Dios pide que usted ponga toda su fuerza en la obra. Usted tendrá
que dar cuenta por el bien que pudo haber hecho si hubiera estado
donde debía. Es tiempo de que sea un colaborador con Cristo y los
ángeles celestiales. ¿Despertará usted? Hay almas entre ustedes que
necesitan de su ayuda. ¿Ha sentido usted la carga de llevarlas a la
cruz? Recuerde que el grado de amor que usted tiene por Dios lo
revelará en su amor por sus hermanos, y por las almas que están
perdidas y arruinadas, sin Cristo.—
The Review and Herald, 9 de
enero de 1900
.
Amor perfecto en la iglesia es la meta de Cristo
—Jesús po-
dría haber arrojado rayos de luz sobre los misterios más oscuros de
la ciencia, pero no quería quitarle un solo momento a su enseñanza
del conocimiento de la ciencia de la salvación. Su tiempo, su cono-
cimiento, sus facultades, su vida misma tenían valor sólo como los
medios para obrar la salvación de las almas de los hombres. ¡Oh,
qué amor, que incomparable amor!
En contraste, notemos nuestros esfuerzos tibios, tímidos, medio
paralizados en la obra del Señor Jesús. Escuchen sus palabras en
su oración al Padre: “Les he dado a conocer tu nombre, y lo daré
a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en
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ellos, y yo en ellos”.
Juan 17:26
. ¡Qué lenguaje! ¡Cuán profundo,
cuán amplio, cuán pleno! El Señor Jesús desea esparcir su amor
por medio de cada miembro de su cuerpo, su iglesia, a fin de que
la vitalidad de ese amor pueda circular por cada parte del cuerpo y
habite en nosotros así como habita en El. El Señor puede entonces
amar al hombre caído así como ama a su propio hijo; y El declara