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Mente, Cáracter y Personalidad 1
Prepara para toda eventualidad
—Todo aquel que ame de ve-
ras a Dios, tendrá el espíritu de Cristo y un ferviente amor hacia sus
hermanos. Cuanto más en comunión con Dios esté el corazón de una
persona, y cuanto más se concentren sus afectos en Cristo, menos
perturbada se sentirá ella por las asperezas y penurias que encuentre
en esta vida.—
Joyas de los Testimonios 2:187 (1889)
.
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Nunca se obtiene la fraternidad por medio de componen-
das
—Los que aman a Jesús y a las almas por quienes El murió,
buscarán las cosas que contribuyan a la paz. Pero deben cuidarse,
no sea que en sus esfuerzos por prevenir la discordia renuncien a
la verdad, no sea que al evitar la división estén sacrificando los
principios. La verdadera fraternidad nunca puede ser mantenida al
comprometer los principios. Cuando los cristianos se acercan al
modelo de la semejanza a Cristo y llegan a ser puros en espíritu y
en acción, sentirán el veneno de la serpiente. Un cristianismo que
es espiritual provoca la oposición de los hijos de la desobediencia...
Esa paz y armonía que se obtienen por concesiones mutuas para
evitar toda diferencia de opinión no merecen esos nombres. A veces
se deberían hacer concesiones en asuntos que se relacionan con los
sentimientos entre un hombre y otro; pero nunca debería sacrificarse
ni una jota de los principios para obtener armonía.—
The Review
and Herald, 16 de enero de 1900
.
El amor divino es imparcial
—Cristo vino a esta tierra con un
mensaje de misericordia y perdón. Puso el fundamento para una
religión mediante la cual judíos y gentiles, negros y blancos, siervos
y libres, están unidos en una fraternidad común, reconocidos como
iguales a la vista de Dios. El Salvador ama sin límites a cada ser
humano. En cada uno El ve posibilidades de mejorar. Con energía y
esperanza divinas saluda a todos aquellos por quienes dio su vida.—
Testimonies for the Church 7:225 (1902)
.
Abarca en un abrazo divino a la fraternidad humana
—El
amor mutuo santificado es sagrado. En esta gran obra, el amor mutuo
de los cristianos—mucho más elevado, más constante, más cortés,
más abnegado de lo que se haya visto—preserva la ternura, la bene-
volencia y la cortesía cristianas, y envuelve la hermandad humana
en el abrazo de Dios, reconociendo la dignidad con que Dios ha
investido los derechos del hombre. Los cristianos siempre deben
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