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Amor fraternal
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para impartir las cosas buenas que Dios nos dio, disposición para
practicar la abnegación y el sacrificio propio a fin de ayudar en
el avance de la causa de Dios y a la humanidad sufriente. Nunca
deberíamos pasar de largo junto al objeto que apela a nuestra ge-
nerosidad. Revelamos que hemos pasado de muerte a vida cuando
actuamos como fieles mayordomos de la gracia de Dios. Dios nos
ha dado sus bienes; nos ha dado la promesa de que si somos fieles
en nuestra mayordomía, depositaremos en el cielo tesoros que son
imperecederos.—
The Review and Herald, 15 de mayo de 1900
.
Dar amor genuino es un signo de discipulado
—Por elevada
que sea la profesión de fe, aquel cuyo corazón no está lleno de amor a
Dios y a sus semejantes, no es verdadero discípulo de Cristo. Aunque
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posea gran fe y tenga poder hasta de obrar milagros, si no tiene amor,
su fe no valdrá nada. Podrá manifestar mucha generosidad; pero si
el motivo de sus acciones no es el amor genuino, aunque dé todos
sus bienes para alimentar a los pobres, no merecerá el favor de Dios.
En su celo podrá hasta afrontar el martirio, pero si no obra por
amor, Dios lo considerará un engañado entusiasta o un hipócrita
ambicioso.—
Los Hechos de los Apóstoles, 262, 263 (1911)
.
El corazón en el cual gobierna el amor
—El corazón en el cual
gobierna el amor no estará lleno de pasión o venganza por injurias
que el orgullo y el amor propio pudieran suponer como imposibles
de sobrellevar. El amor no tiene sospechas, siempre interpreta en la
forma más favorable los motivos y actos de los otros.—
Testimonies
for the Church 5:168, 169 (1882)
.
La actividad del ejército de Satanás, el peligro que rodea al alma
humana, requieren las energías de todo obrero. Pero no se ejercitará
compulsión alguna. La depravación del hombre ha de ser arrostrada
por el amor, la paciencia y la longanimidad de Dios.—
Testimonios
Selectos 4:327
;
Testimonies for the Church 6:237 (1900)
.
Corrige las particularidades
—Cuando un hombre es partici-
pante de la naturaleza divina, el amor de Cristo será un principio
permanente en el alma, y el yo y sus peculiaridades no se exhibirán.—
Testimonies for the Church 6:52 (1900)
.
Sólo el amor de Cristo puede sanar
—Solamente el amor que
fluye del corazón de Cristo puede sanar. Sólo aquel en quien fluye
ese amor, como la savia en el árbol, o la sangre en el cuerpo, puede
restaurar el alma herida.—
La Educación, 109 (1903)
.