Página 223 - Mente, C

Basic HTML Version

El amor de Dios
219
El universo expresa el amor de Dios
—Ojalá todos estimaran
correctamente el precioso don que nuestro Padre celestial hizo a
nuestro mundo. Los discípulos sintieron que no podían expresar el
amor de Cristo. Sólo pudieron decir: “En esto consiste el amor”. El
universo entero expresa este amor y la ilimitada benevolencia de
Dios.
Dios podría haber enviado a su Hijo al mundo para condenarlo.
Pero, ¡maravillosa gracia! Cristo vino para salvar, no para destruir.
Los apóstoles nunca tocaron este tema sin que sus corazones ardieran
con la inspiración del incomparable amor del Salvador. El apóstol
Juan no puede encontrar palabras para expresar sus sentimientos.
Exclama: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos
llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no
[256]
le conoció a él”.
1 Juan 3:1
. Nunca podremos calcular cuánto nos
amó el Padre. No hay medida con que compararlo.—
Carta 27, 1901
.
Satanás originó la idea de un Dios duro y severo
—Satanás
indujo a los hombres a concebir a Dios como un ser cuyo principal
atributo es una justicia inexorable, como un juez severo, un duro
y estricto acreedor. Pintó al Creador como un ser que está velando
con ojo celoso por discernir los errores y faltas de los hombres,
para visitarlos con juicios. Jesús vino a vivir entre los hombres para
disipar esa densa sombra, revelando al mundo el amor infinito de
Dios.—
El Camino a Cristo, 9 (1892)
.
El amor entre el Padre y el Hijo es un símbolo
—Por mucho
que un pastor pueda amar a sus ovejas, Jesús ama aún más a sus
hijos e hijas. No es solamente nuestro pastor; es nuestro “Padre
eterno”. Y el dice: “Y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre”.
Juan 10:14,
15
. ¡Qué declaración! Es el Hijo unigénito, el que está en el seno del
Padre, a quien Dios ha declarado ser “el hombre compañero mío”
(
Zacarías 13:7
), y presenta la comunión que hay entre él y el Padre
como figura de la que existe entre él y sus hijos en la tierra.—
El
Deseado de Todas las Gentes, 447 (1898)
.
Dios ama a los seguidores de Cristo como ama a su Hijo
unigénito.—
Manuscrito 67, 1894
.
El amor de Cristo es una energía vitalizadora y sanadora
El amor que Cristo infunde en todo nuestro ser es un poder vivifican-
te. Da salud a cada una de las partes vitales: el cerebro, el corazón y