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Respeto propio
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La rectitud genera respeto propio
—Los hombres de princi-
pios no necesitan la restricción de cerraduras y candados; no nece-
sitan ser vigilados y observados. Tratarán con honestidad y hono-
rabilidad en todo tiempo, cuando están solos y nadie los observa,
como cuando están en público. No mancharán sus almas por ganan-
cias o ventajas egoístas. Desprecian un acto vil. Aunque nadie lo
llegara a saber, ellos mismos lo sabrían, y eso destruiría su respeto
propio. Los que no son rectos y fieles en las cosas pequeñas no se
reformarán aunque haya leyes y restricciones y castigos en cuanto a
ellas.—
Counsels on Health, 410 (1879)
.
El respeto propio debe ser firmemente apreciado
—La pureza
moral, el respeto propio y un fuerte poder de resistencia, deben ser
firme y constantemente apreciados. No debería haber ni una sola
desviación del recato. Un acto de familiaridad, una sola indiscreción
pueden poner en peligro el alma al abrir la puerta a la tentación,
debilitando así el poder de resistencia.—
Counsels on Health, 295
(1885)
.
El respeto propio es la medida del respeto por los demás
Mediante la complacencia del pecado se destruye el respeto propio;
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y cuando éste se pierde, se disminuye el respeto por los demás;
pensamos que los otros son tan perversos como nosotros mismos.—
Testimonies for the Church 6:53 (1900)
.
Los hábitos erróneos destruyen el respeto propio de los
alumnos
—Por hábitos erróneos pierde la facultad de valorarse. Pier-
de el dominio propio. No puede razonar correctamente acerca de los
asuntos que más íntimanente le conciernen. Es descuidado e irracio-
nal en la forma de tratar su mente y su cuerpo. Por hábitos erróneos,
se arruina. No puede obtener la felicidad; pues su descuido en el
cultivo de los principios puros y sanos lo coloca bajo el dominio de
los hábitos que destruyen su paz. Sus años de estudio abrumador
se pierden, porque se ha destruido a sí mismo. Ha empleado mal
sus facultades físicas y mentales, y el templo de su cuerpo se halla
en ruinas. Está arruinado para esta vida y para la venidera. Pensó
obtener un tesoro adquiriendo conocimiento y sabiduría terrenales;
pero por dejar a un lado la Biblia sacrificó un tesoro que vale más
que cualquier otra cosa.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 80,
81 (1900)
.