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Mente, Cáracter y Personalidad 1
Tome a Dios como su consejero
—En lugar de llevar sus perple-
jidades a un hermano o a un pastor, llévelas al Señor en oración. No
ponga al pastor donde debiera estar Dios, sino hágalo objeto de sus
oraciones. Todos hemos errado en este punto. El ministro de Cristo
es como otros hombres. Es cierto, él lleva responsabilidades más
sagradas que un hombre de negocios corriente, pero no es infalible.
Está rodeado de debilidades, y necesita gracia e iluminación divinas.
Necesita la unción celestial para hacer su obra con exactitud y éxito
y dar pruebas plenas de su ministerio. Hay algunos que ignoran el
camino de la vida y la salvación, y ellos encontrarán que el ministro
piadoso les enseñará qué deben hacer para ser salvos.
Los que saben cómo orar, que saben qué son las invitaciones del
Evangelio de Cristo, que conocen la inmutabilidad de sus promesas,
deshonran a Dios cuando ponen su carga sobre los hombres finitos.
Siempre es correcto deliberar juntos. Es correcto conversar juntos. Es
correcto aclarar ante los hermanos y el pastor las dificultades que se
presentan en cualquier empresa. Pero no deshonren tan grandemente
a Dios por depender del hombre por sabiduría. Busquen a Dios para
tener la sabiduría que viene de arriba. Pida a sus colaboradores que
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oren con usted, y el Señor cumplirá su palabra: “Donde están dos
o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
Mateo 18:20
.—
Manuscrito 23, 1899
.
(b) Dependencia e independencia en las relaciones de trabajo
La opinión de un hombre
—Es un error hacer creer a los hom-
bres que los obreros de Cristo no debieran hacer nada antes de haber
llevado el asunto a una persona de responsabilidad. No se debe edu-
car a los hombres para que consideren a los hombres como si fueran
Dios. Aunque es necesario que haya consejo y unidad de acción
entre los obreros, la opinión y el juicio de un hombre no deben ser el
poder controlador.—
The Review and Herald, 7 de agosto de 1894
.
Crecer en eficiencia
—Dios es el dirigente de su pueblo, y El
enseñará cómo usar su cerebro a los que le entregan sus mentes. Al
emplear su capacidad ejecutiva, crecerán en eficiencia. La herencia
del Señor está formada por vasos grandes y pequeños, pero cada uno
de ellos tiene su obra individual que hacer. No ha de dependerse
del juicio de un hombre, o de dos o tres hombres, como si fueran el