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Mente, Cáracter y Personalidad 1
siempre a cosas santas. De este modo, mediante la gracia de Cristo,
serán puros y sinceros.—
El Ministerio de Curación, 391, 392 (1905)
.
Mantener el sentimentalismo fuera de la vida
—Usted está
ahora en su vida de estudiante; ocupe su mente en temas espirituales.
Mantenga todo sentimentalismo fuera de su vida. Dése una vigilante
educación propia y ejerza dominio propio. Usted está ahora en la
etapa formativa de su carácter y no debe considerar nada como trivial
o sin importancia si disminuye sus intereses más elevados y santos,
su eficiencia en la preparación para hacer la obra que Dios le ha
asignado.
Conserve siempre la sencillez en sus actos pero establezca una
norma alta para la armoniosa manifestación y el mejoramiento de sus
facultades mentales. Decídase a corregir cada falta. Las tendencias
hereditarias pueden ser vencidas y los arranques rápidos y violentos
de su genio pueden ser tan cambiados que esas manifestaciones,
por la gracia de Cristo, serán totalmente superadas. Individualmente
hemos de considerar que estamos en el taller de Dios.—
Carta 23,
1893
.
Afrontar la necesidad de consejo
—No se debe dejar a los jó-
venes que piensen y actúen independientemente del juicio de sus
padres y maestros. Debe enseñárseles a los niños a respetar el juicio
experimentado y a ser guiados por sus padres y maestros. Se les
debe educar de tal manera que sus mentes estén unidas con las de
sus padres y maestros, y se los ha de instruir para que comprendan
lo conveniente que es escuchar sus consejos. Entonces, cuando se
aparten de la mano guiadora de sus padres y maestros, su carácter no
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será como el junco que tiembla al viento.—
Joyas de los Testimonios
1:316 (1872)
.
Se espera el mayor desarrollo posible
—El Señor desea que
obtengamos toda la educación posible, con el objeto de impartir
nuestro conocimiento a otros. Nadie puede saber dónde o cómo ha
de ser llamado a trabajar o hablar en favor de Dios. Sólo nuestro
Padre celestial ve lo que puede hacer de los hombres. Hay ante
nosotros posibilidades que nuestra débil fe no discierne. Nuestra
mente debiera ser enseñada en forma tal que, si fuere necesario,
podamos presentar las verdades de la Palabra de Dios ante las más
altas autoridades terrenales y de un modo que glorifique su nombre.
No deberíamos descuidar ni una sola oportunidad de prepararnos