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Problemas de los jóvenes
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otra se estimularán el refinamiento del gusto, el amor al orden y el
hábito de ser cuidadoso. El espíritu de compañerismo y coopera-
ción que se desarrolla de esta manera será, además, una bendición
duradera para los alumnos.—
La Educación, 212, 213 (1903)
.
Algunas veces no ven a Dios como un Padre amante
—Los
jóvenes generalmente se conducen como si las preciosas horas del
tiempo de gracia, mientras dura la misericordia, fueran un tiem-
po de vacaciones grandioso y que fueron puestos en este mundo
meramente para divertirse, para complacerse con una actividad exci-
tante tras otra. Satanás ha estado haciendo esfuerzos especiales para
conducirlos a encontrar la felicidad en las diversiones mundanas y
justificarse a sí mismos tratando de demostrar que estas diversiones
son inocentes, inofensivas, y aun importantes para la salud. Algunos
médicos han dado la impresión de que la espiritualidad y la devoción
a Dios son perjudiciales para la salud. Esto conviene al adversario
de las almas.—
Testimonies for the Church 1:501 (1867)
.
La imaginación enferma desfigura a Dios
—Hay personas con
imaginación enferma que no representan correctamente la religión
de Cristo; las tales no tienen la religión pura de la Biblia. Algunos
se azotan toda la vida por causa de sus pecados; todo lo que pueden
ver es a un ofendido Dios de justicia. No ven a Cristo y su poder
redentor mediante los méritos de su sangre. Los tales no tienen fe.
Esta clase está formada generalmente por los que no tienen mentes
bien equilibradas.
Por medio de la enfermedad transmitida por sus padres y de una
educación errónea en su juventud, han contraído hábitos equivoca-
dos que dañan su constitución física y su cerebro, enfermando sus
órganos morales e impidiéndoles pensar y actuar en forma racional
en todos los puntos. No tienen mentes bien equilibradas. La piedad
y la justicia no destruyen la salud, sino son sanidad para el cuerpo y
fuerza para el alma.—
Testimonies for the Church 1:501, 502 (1867)
.
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Necesidad de moderación
—Obrad siempre movidos por bue-
nos principios, y nunca por impulso. Moderad la impetuosidad na-
tural de vuestro ser con mansedumbre y dulzura. No deis lugar a la
liviandad ni a la frivolidad. No broten chistes vulgares de vuestros
labios ni siquiera deis rienda suelta a vuestros pensamientos. Deben
ser contenidos y sometidos a la obediencia de Cristo. Consagradlos