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La conciencia
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Dios y los hombres. El yo debe morir, y Cristo debe tomar posesión
del templo del alma. Cuando, por el rechazo de la luz que Dios ha
dado, los hombres abusan de su conciencia y la pisotean, están en
terrible peligro. Su futuro bienestar eterno está peligrando.—
Carta
162, 1903
.
Satanás intenta ahogar la conciencia
—Satanás usa su influen-
cia para ahogar la voz de Dios y la voz de la conciencia, y el mundo
actúa como si estuviera bajo su control. Los hombres lo han ele-
gido como su dirigente. Se ponen bajo su estandarte. No vienen a
Cristo para que puedan tener vida. Apasionados con proyectos de
placeres y entretenimientos, se esfuerzan por lo que perecerá con el
uso.—
Manuscrito 161, 1897
.
Un paso en falso cambia una vida
—La eliminación de una
salvaguardia de la conciencia, el dejar de hacer exactamente lo que
Dios ha señalado, un paso en la senda de los principios equivocados,
a menudo conduce a un cambio completo en la vida y los hechos...
Estamos seguros sólo al seguir por donde Cristo nos dirige. El sen-
dero llegará a ser más claro, más y más brillante, hasta que el día
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sea perfecto.—
Carta 71, 1898
.
Se debilita la conciencia violada
—Una conciencia violada una
vez se debilita grandemente. Requiere la fuerza de la vigilancia
constante y la oración incesante.—
Testimonies for the Church 2:90,
91 (1868)
.
La conciencia violada no es confiable
—El que después de oír
la verdad se aparta de ella porque aceptarla retardaría su éxito en
los negocios, se aparta de Dios y de la luz. Vende su alma en un
mercado barato. Su conciencia siempre será indigna de confianza.
Ha hecho un pacto con Satanás al violar su conciencia, la cual, si
hubiera permanecido pura y recta, le habría sido de mucho más
valor que el mundo entero. El que rechaza la luz participa del fruto
de la desobediencia, como les ocurrió a Adán y Eva en el Edén.—
Manuscrito 27, 1900
.
La pérdida de la integridad de conciencia paraliza las ener-
gías
—Cuando ustedes pierden su integridad de conciencia, su alma
llega a ser el campo de batalla de Satanás; tienen temores y dudas
suficientes como para paralizar sus energías y llevarlos al desánimo.
Cuando se haya ido el favor de Dios, ustedes saben que algunos de
ustedes mismos han tratado de suplir ese lugar y buscar compensa-