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La conciencia
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cauterizadas como con un hierro candente. Los hombres pueden
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estar concienzudamente equivocados así como concienzudamente
en lo correcto. Pablo no creía en Jesús de Nazaret, y persiguió a
los cristianos de ciudad en ciudad, creyendo realmente que estaba
sirviendo a Dios.—
Carta 4, 1889
.
Las percepciones humanas son una guía inestable
—“La lám-
para del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo
estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará
en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no
serán las mismas tinieblas?”
Mateo 6:22, 23
.
Estas palabras tienen un primer significado y un segundo, un
sentido literal y otro figurado. Están llenas de verdad con respecto
al ojo corporal, con el cual vemos los objetos externos. Y también
son ciertas con respecto al ojo espiritual, la conciencia, con la cual
evaluamos el bien y el mal. Si el ojo del alma, la conciencia, es
perfectamente saludable, el alma será bien enseñada.
Pero cuando la conciencia es guiada por las percepciones huma-
nas, que no están subyugadas ni suavizadas por la gracia de Cristo,
la mente está enferma. Las cosas no se ven en su verdadera relación.
La imaginación se sobreexcita, y el ojo de la mente ve las cosas bajo
una luz distorsionada y falsa.
Usted necesita una visión clara y llena de simpatía. Su conciencia
ha sido violada, y se ha endurecido, pero si usted sigue una conducta
correcta, recibirá una renovada sensibilidad.—
Carta 45, 1904
.
Cuándo podemos confiar en la conciencia
—Pero uno dice:
“Mi conciencia no me condena al no guardar los mandamientos de
Dios”. Pero en la Palabra de Dios leemos que hay buenas y malas
conciencias, y el hecho de que su conciencia no lo condene al no
guardar la ley de Dios no demuestra que usted esté sin condenación
a la vista de El.
Lleven su conciencia a la Palabra de Dios y vean si su vida
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y su carácter están en armonía con la norma de justicia que Dios
ha revelado allí. Ustedes pueden entonces decidir si tienen una
fe inteligente o no y qué clase de conciencia es la suya. Uno no
puede confiar en la conciencia del hombre a menos que esté bajo la
influencia de la gracia divina. Satanás se aprovecha de la conciencia
no iluminada, y por ella conduce a los hombres a toda clase de
engaños, porque no han hecho de la Palabra de Dios su consejera.