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Equilibrio en la educación
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de metas más elevadas. Enséñeseles que el verdadero propósito
de la vida no consiste en obtener toda la ganancia posible para sí
mismo, sino en honrar a su Hacedor al hacer su parte en una tarea
que beneficie al mundo, y al ayudar a los que son más débiles e
ignorantes.—
La Educación, 221, 222 (1903)
.
Se necesita un desarrollo armonioso
—El correcto empleo de
uno mismo es la lección más valiosa que se puede aprender. No
debemos realizar trabajo mental y detenernos allí, ni hacer trabajo
físico solamente; debemos emplear de la mejor manera las diversas
piezas que componen la maquinaria humana: el cerebro, los huesos,
los músculos, la cabeza y el corazón.—
The Youth’s Instructor, 7 de
abril de 1898
;
HHD 173
.
La ignorancia no aumenta la espiritualidad
—Los jóvenes no
deberían ocuparse en la obra de explicar las Escrituras y disertar
sobre las profecías, cuando no conocen las importantes verdades
bíblicas que tratan de dar a conocer a otros. Pueden ser deficientes
en los ramos comunes de educación y dejar, por tanto, de hacer el
bien que podrían si hubiesen gozado de las ventajas de una buena
escuela. La ignorancia no aumenta la humildad o espiritualidad de
ningún seguidor profeso de Cristo. Un cristiano intelectual apreciará
mejor que nadie las verdades de la Palabra divina. Cristo puede
ser glorificado mejor por los que le sirven inteligentemente. El gran
objeto de la educación es habilitarnos para hacer uso de las facultades
que Dios nos ha dado, de manera tal que exponga mejor la religión
de la Biblia y se acreciente la gloria de Dios.—
EC 39 (1872)
.
La educación requiere esfuerzos esmerados
—Los maestros
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deben inducir a los alumnos a pensar y a comprender claramente
la verdad por sí mismos. No basta que el maestro explique o que el
alumno crea; se ha de provocar la investigación e incitar al alumno a
enunciar la verdad en su propio lenguaje para demostrar que ve su
fuerza y se la aplica. Con esmerado esfuerzo deben grabarse así en
la mente las verdades vitales. Podrá ser éste un procedimiento lento;
pero vale más que recorrer con demasiada prisa asuntos importantes
sin darles la consideración debida. Dios espera de sus instituciones
que sobrepujen a las del mundo por cuanto le representan. Los
hombres verdaderamente unidos con Dios mostrarán al mundo que
él es quien maneja el timón.—
Joyas de los Testimonios 2:427 (1900)
.