Página 67 - Mente, C

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Capítulo 8—La religión y la ment
El amor de Cristo vitaliza el ser entero
—El amor que Cristo
infunde en todo nuestro ser es un poder vivificante. Da salud a cada
una de las partes vitales: el cerebro, el corazón y los nervios. Por su
medio las energías más potentes de nuestro ser despiertan y entran
en actividad. Libra al alma de culpa y tristeza, de la ansiedad y
congoja que agotan las fuerzas de la vida. Con él vienen la serenidad
y la calma. Implanta en el alma un gozo que nada en la tierra puede
destruir: el gozo que hay en el Espíritu Santo, un gozo que da salud
y vida.—
El Ministerio de Curación, 78 (1905)
.
La obra de Cristo es sanar a los quebrantados de corazón
El poder sanador de Dios se hace sentir en toda la naturaleza. Si se
corta un árbol, si un ser humano se lastima o se rompe un hueso, la
naturaleza empieza inmediatamente a reparar el daño. Aun antes que
exista la necesidad, están listos los elementos sanadores, y tan pronto
como se lastima una parte, todas las energías se dedican a la obra
de restauración. Lo mismo ocurre en el reino espiritual. Antes que
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el pecado creara la necesidad, Dios había provisto el remedio. Toda
alma que cede a la tentación, es herida por el adversario, pero don-
dequiera que haya pecado, está el Salvador. Es obra de Cristo “sanar
a los quebrantados de corazón;...pregonar libertad a los cautivos
...poner en libertad a los oprimidos”.
Lucas 4:18
.—
La Educación,
113 (1903)
.
La receta del Salvador para los males mentales y espiritua-
les
—Las palabras de nuestro Salvador: “Venid a mí, ...que yo os
haré descansar” (
Mateo 11:28
), son una receta para curar las enfer-
medades físicas, mentales y espirituales. A pesar de que por su mal
proceder los hombres han atraído el dolor sobre sí mismos, Cristo
se compadece de ellos. En él pueden encontrar ayuda. Hará cosas
grandes en beneficio de quienes en él confíen.—
El Ministerio de
Curación, 78, 79 (1905)
.
Véase el capítulo 43, La mente y la salud espiritual.
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