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La religión y la mente
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facultades, pero las que tiene son santificadas. La conciencia, muerta
hasta entonces, se despierta. Pero el hombre no puede hacer este
cambio por sí mismo. Sólo puede hacerlo el Espíritu Santo...
Cuando nuestras mentes son controladas por el Espíritu de Dios,
entenderemos la lección que enseña la parábola de la levadura. Los
que abren sus corazones para recibir la verdad percibirán que la
Palabra de Dios es el gran instrumento en la transformación del
carácter.—
The Review and Herald, 25 de julio de 1899
.
La verdad del evangelio proporciona un propósito firme
Cada uno de nosotros necesita tener una profunda percepción de
las enseñanzas de la Palabra de Dios. Nuestras mentes deben estar
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preparadas para soportar toda prueba, y para resistir cada tentación,
venga ésta de afuera o de adentro. Debemos saber por qué creemos
como lo hacemos, y por qué estamos del lado del Señor. La verdad
debe mantenerse despierta en nuestros corazones, lista para hacer
sonar la alarma, y llamarnos a la acción contra todo enemigo. Los
poderes de las tinieblas apuntarán sus baterías contra nosotros; y
todo el que sea indiferente y descuidado, que haya puesto sus afectos
en su tesoro terrenal, y que no se haya preocupado por comprender
el trato de Dios con su pueblo, pronto llegará a ser una víctima.
Ningún poder fuera del conocimiento de la verdad como es en Jesús,
podrá mantenernos firmes; pero teniendo esto, uno hará huir a mil,
y dos pondrán en fuga a diez mil.—
The Review and Herald, 29 de
abril de 1884
;
Nuestra Elavada Vocacion, 334
.
Consagrarnos a Cristo produce paz
—Todo nuestro futuro de-
pende de nuestra acción individual en abrir nuestro corazón para
recibir al Príncipe de paz. Nuestras mentes pueden encontrar reposo
y quietud al dedicarnos a Cristo, en quien está la eficiencia del poder.
Habiendo obtenido esa paz, ese consuelo, esa esperanza, que El ofre-
ce a tu alma, tu corazón se regocijará en Dios nuestro Salvador por
la grande y maravillosa esperanza que te ofrece como persona que
reconoce el gran Don. Entonces estarás tan agradecido que alabarás
a Dios por el gran amor y gracia que te otorgó.
Contempla a tu Ayudador, Jesucristo. Dale la bienvenida e invita
a su amorosa presencia. Tu mente puede ser renovada día tras día, y
es tu privilegio aceptar la paz y el descanso, elevarte por sobre las
preocupaciones, y alabar a Dios por tus bendiciones. No levantes
barreras con cosas objetables para mantener a Jesús lejos de tu alma.