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Mente, Cáracter y Personalidad 1
nos transformamos. Al nutrir pensamientos impuros en su mente,
el hombre puede educarla de tal manera que el pecado que antes
odiaba se le vuelva agradable.—
Historia de los Patriarcas y Profetas,
490 (1890)
.
El tabaco adormece la sensibilidad
—De cualquier manera que
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se use el tabaco, afecta la constitución del ser. Es un veneno lento.
Afecta el cerebro y adormece la sensibilidad de modo que la mente
no pueda discernir claramente las cosas espirituales, especialmente
aquellas verdades que podrían tener una tendencia a corregir su sucia
complacencia.
Los que usan el tabaco en cualquier forma no están limpios
delante de Dios. En esta sucia práctica es imposible que puedan
glorificar a Dios en sus cuerpos y espíritus, que son de El. Y mientras
usan venenos lentos y seguros, que arruinan su salud y rebajan las
facultades de la mente, Dios no los puede aprobar. El puede ser
misericordioso con ellos mientras se complacen en este pernicioso
hábito por ignorar el daño que les está produciendo, pero cuando
se les presenta el problema en su verdadera luz, son culpables ante
Dios si continúan complaciendo este grosero apetito.—
4SG 126
(1864)
.
Esclavos del alcohol y de las drogas
—Por doquiera, Satanás
procura atraer a los jóvenes al camino de la perdición, y si puede
colocar una vez los pies de ellos en el camino, los apresura en su
curso descendente guiándolos de un libertinaje a otro, hasta que
sus víctimas pierden la sensibilidad de la conciencia y no tienen
mas temor de Dios delante de sus ojos. Cada vez tienen menos
dominio propio. Se entregan al vino y al alcohol, al tabaco y al opio,
y van de un grado de disipación a otro. Son esclavos del apetito.
Aprenden a despreciar consejos que una vez respetaron. Se revisten
de fanfarronería y se jactan de ser libres, cuando son los esclavos
de la corrupción. Por libertad quieren decir que son esclavos del
egoísmo, del apetito depravado y del libertinaje.—
The Signs of the
Times, 22 de junio de 1891
;
La Temperancia, 243
.
Las armas de Satanás
—La complacencia de los apetitos car-
nales batalla contra el alma. El apóstol, de la manera más impre-
sionante, se dirige a los cristianos: “Así que, hermanos, os ruego
por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”
Romanos 12:1
. Si el cuerpo
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