Página 75 - Mente, C

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La mente, la ciudadela
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de mantenerse una guerra constante contra la mente carnal; y necesi-
tamos ser auxiliados por la influencia refinadora de la gracia de Dios,
la cual atraerá la mente hacia arriba y la habituará a meditar sobre
cosas puras y santas.—
Testimonies for the Church 2:479 (1870)
.
Manantial de vida o muerte
—“Poned la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra”.
Colosenses 3:1, 2
. El corazón es la
ciudadela del hombre. De él manan la vida o la muerte. Mientras
su corazón no esté purificado, una persona queda descalificada para
tener parte alguna en la comunión de los santos. ¿No sabe el que
escudriña el corazón quiénes están permaneciendo en pecado, sin
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consideración por sus almas? ¿No hubo acaso un testigo que vio las
cosas más secretas de la vida de cada uno?
Fui obligada a oír las palabras dichas por algunos hombres a
mujeres y niñas: palabras de adulación, palabras que querían engañar
e infatuar. Satanás emplea todos estos medios para destruir almas.
Algunos de vosotros podéis haber sido así sus agentes; y en tal caso,
tendréis que afrontar estas cosas en el juicio. El ángel dijo acerca de
esta clase: “Su corazón no ha sido nunca entregado a Dios. Cristo
no está en ellos. La verdad no está allí. Su lugar está ocupado por
el pecado, el engaño y la mentira. No creen la Palabra de Dios ni
actúan de acuerdo con ella”.—
Joyas de los Testimonios 2:208, 209
(1889)
.
El ocio, la complacencia propia y la seguridad: traidores
dentro de los muros
—Los israelitas fueron inducidos al pecado,
precisamente cuando se hallaban en una condición de ocio y se-
guridad aparente. Se olvidaron de Dios, descuidaron la oración, y
fomentaron un espíritu de seguridad y confianza en sí mismos. El
ocio y la complacencia propia dejaron la ciudadela del alma sin
resguardo alguno, y entraron pensamientos viles y degradados. Los
traidores que moraban dentro de los muros fueron quienes destru-
yeron las fortalezas de los sanos principios y entregaron a Israel
en manos de Satanás. Así precisamente es cómo Satanás procura
aún la ruina del alma. Antes que el cristiano peque abiertamente,
se verifica en su corazón un largo proceso de preparación que el
mundo ignora. La mente no desciende inmediatamente de la pureza
y la santidad a la depravación, la corrupción y el delito. Se necesita
tiempo para que los que fueron formados en semejanza de Dios se
degraden hasta llegar a lo brutal o satánico. Por la contemplación