Página 102 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

Basic HTML Version

98
Mensajes Selectos Tomo 1
como una promesa de que nadie necesita perderse, de que se da
abundante ayuda para cada alma. Podemos vencer a los mismos
agentes satánicos, o podemos unirnos con los poderes que procuran
contrarrestar la obra de Dios en nuestro mundo...
Tenemos a un Abogado que intercede en nuestro favor. El Es-
píritu Santo está continuamente contemplando nuestra conducta.
Necesitamos ahora percepción aguda para que, por nuestra piedad
práctica, la verdad pueda ser hecha aparecer verdad, como es en
Jesús. Los agentes angélicos son mensajeros del cielo, que ascien-
den y descienden realmente, manteniendo a la tierra en constante
relación con el cielo. Esos mensajeros angélicos están observan-
do todo nuestro proceder. Están listos para ayudar a todos en sus
debilidades, preservando a todos de los peligros morales y físicos
[113]
de acuerdo con la providencia de Dios. Y doquiera las almas se
someten a la influencia suavizadora y enternecedora del Espíritu de
Dios mediante esa ministración de los ángeles, hay gozo en el cielo.
El Señor mismo se regocija con cánticos.
Los hombres se adjudican demasiada gloria a sí mismos. Es la
obra de los instrumentos celestiales, que cooperan con los instru-
mentos humanos de acuerdo con el plan de Dios, lo que da como
resultado la conversión y la santificación del carácter humano. No
podemos ver y no podríamos soportar la gloria del ministerio ange-
lical, si su gloria no estuviera velada en consideración a la debilidad
de nuestra naturaleza humana. El resplandor de la gloria celestial,
como se ve en los ángeles de luz, extinguiría a los mortales de esta
tierra. Los ángeles actúan sobre las mentes humanas en la medida
en que ellas se entregan a su cuidado. Evocan preciosos recuerdos
renovados ante la mente, así como lo hicieron con las mujeres que
estuvieron en torno del sepulcro.
En el plan organizado por el cielo, hay instrumentos adecuados
para la renovación de nuestra naturaleza, que producen obediencia
para Dios en los hijos de desobediencia. Los seres celestiales son
concedidos como guardianes de todos los que trabajen en los ca-
minos de Dios y sigan sus planes. Con ferviente y contrita oración,
podemos pedir que los instrumentos celestiales estén a nuestro la-
do. Ejércitos invisibles de luz y poder trabajarán con los mansos y
humildes.—
Carta 116, 1899
.