Página 105 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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¿Cuánto valemos?
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casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu
hermano?”
Isaías 58:5-7
.
La recompensa
“Entonces [después de que hagas estas obras de misericordia
y ayuda] nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver
pronto: e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu
retaguardia”.
Isaías 58:8
.
Hemos de poner en práctica los preceptos de la ley y así tener
justicia delante de nosotros. La retaguardia será la gloria de Dios.
La luz de la justicia de Cristo será nuestra vanguardia y la gloria
del Señor será nuestra retaguardia. Agradezcamos al Señor por esta
seguridad. Estemos constantemente en condiciones tales como para
que el Señor Dios del cielo pueda favorecernos. Consideremos que
nuestro elevado privilegio es estar en comunión con Dios: ser su
mano ayudadora.
En el gran plan de Dios para la redención de una raza caída,
él se ha colocado a sí mismo en la necesidad de usar instrumentos
humanos como su mano ayudadora. Debe tener una mano ayudadora
para llegar hasta la humanidad. Debe tener la cooperación de los
que serán activos, prontos para ver las oportunidades, prontos para
discernir lo que debe ser hecho para sus prójimos.
Cristo dio su vida por los hombres y mujeres pecaminosos.
Deseaba rescatar a la raza humana de una vida de transgresión
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a una vida de obediencia y justicia; y a los que lo aceptan como a su
Redentor les ofrece la más rica recompensa que puede conferir el
cielo: la herencia de la vida eterna...
¡Ojalá pudiéramos comprender más plenamente el precio infinito
que ha sido pagado por nuestra redención! Pablo declara: “Habéis
sido comprados por precio” (
1 Corintios 6:20
), y es cierto, pues
el precio pagado es nada menos que la vida del unigénito Hijo de
Dios. Consideremos todos esto. Podemos rehusar las invitaciones
que nos envía Cristo; podemos descuidar su ofrecimiento de perdón
y paz; pero permanece el hecho de que cada uno de nosotros ha sido
comprado con un precio, con la preciosa sangre del Hijo de Dios.
Por lo tanto, “considerad a aquel”.
Hebreos 12:3
.