Página 104 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Capítulo 11—¿Cuánto valemos
El Señor desea que cada uno de nosotros sea muy ferviente.
No podemos permitirnos cometer un error en asuntos espirituales.
Delante de nosotros está la pregunta de vida y muerte: “¿Qué haré
para ser salvo, eternamente salvo?” “¿Qué haré para que herede la
vida eterna, una vida que se mide con la vida de Dios?” Esta es una
pregunta que conviene que considere cuidadosamente cada uno de
nosotros...
Mientras vivamos en este mundo, hemos de ser la mano ayu-
dadora de Dios. Pablo declaró: “Vosotros sois labranza de Dios,
edificio de Dios”.
1 Corintios 3:9
. Hemos de cooperar con Dios en
cada acción que él desee realizar. ¿Estamos cumpliendo el propósito
del Dios eterno? ¿Estamos procurando diariamente tener la mente
de Cristo y hacer su voluntad en palabras y hechos?
¡En qué condición está la familia humana hoy! ¿Habéis visto
jamás antes un tiempo tal de confusión, de violencia, de asesinatos,
robos y toda suerte de crímenes? ¿Dónde estamos individualmente
en este tiempo?
En el
capítulo 58
de Isaías hemos leído de los que ayunan “para
contiendas y debates” “y para herir con el puño inicuamente”, y
hemos aprendido que Dios no aceptará tal ayuno. “No ayunéis como
hoy—declara Dios—para que vuestra voz sea oída en lo alto”.
Isaías
58:4
.
[116]
“¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su
alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de
ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová?
“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de
impiedad, soltar las cargas de opresión [en lugar de atarlas], y dejar
ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que
partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en
Parte de un Sermón Presentado en la Capilla del Sanatorio de Santa Elena, el 23 de
enero de 1904, y que Apareció en
Notebook Leaflets,
la Iglesia, No. 7.
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