Página 110 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Mensajes Selectos Tomo 1
tenía que ser cambiada de postura. Mi colchón de goma inflado me
daba muy poco alivio, y pasé por períodos de gran sufrimiento.
Pero no cesé en mi obra a pesar de eso. Mi brazo derecho estaba
libre de dolor desde el codo hasta la yema de los dedos. No podía
mover voluntariamente el resto del brazo, todo el brazo izquierdo y
ambos hombros. Prepararon un cabestrillo, y pude escribir con su
ayuda. Durante esos once meses, escribí dos mil quinientas páginas
de tamaño de carta, para enviarlas al otro lado del Pacífico para su
publicación en Norteamérica.
Me siento muy agradecida al Señor porque nunca me chasquea,
porque me da fuerza y gracia. Cuando estuve al lado de mi esposo
moribundo, coloqué mi mano entre las suyas y dije: “¿Me conoces,
esposo?” Asintió con la cabeza. Dije: “Durante todos los años, te he
permitido llevar la responsabilidad financiera y tomar la iniciativa en
nuevas empresas. Ahora te prometo que yo misma iré adelante—y
añadí—: Si comprendes lo que digo, aprieta mi mano un poco más”.
Así lo hizo, pues no podía hablar.
Después de que mi esposo fue colocado en la tumba, sus amigos
pensaron colocar una columna quebrada como monumento funera-
rio. “¡Nunca!—dije—, ¡nunca! Ha hecho sin ayuda la obra de tres
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hombres. ¡Nunca se pondrá sobre su tumba un recordativo quebra-
do!”...
Dios me ha ayudado. Hoy glorifico su nombre en la presencia de
su pueblo. Pasé casi diez años en Australia. Se ha hecho allí una obra
maravillosa, pero podría haberse realizado más de dos veces tanto,
si hubiéramos tenido los hombres y los medios que debiéramos
haber tenido. Sin embargo, agradecemos a Dios por su presencia
sustentadora, y por lo que ahora podemos ver en aquel campo como
resultado de los esfuerzos hechos.—
Manuscrito 8, 1904
.
Actividad ferviente e incansable
Debieran celebrarse congresos en nuestras grandes ciudades. Y
si los oradores son cuidadosos en todo lo que dicen, se llegará a
los corazones cuando la verdad sea proclamada con el poder del
Espíritu. El amor de Cristo, recibido en el corazón, desterrará el
amor al error. El amor y la benevolencia manifestados en la vida
de Cristo han de verse en la vida de los que trabajan para él. La