¿Cuánto valemos?
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yo acumular dinero? No, ciertamente. Recibo derechos de autora de
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la venta de mis libros, pero casi todo se gasta en obra misionera.
El gerente de una de nuestras editoriales en un país lejano, al oír
hace poco que yo necesitaba dinero, me envió un giro de quinientos
dólares, y en la carta que acompañaba el dinero dijo que en compen-
sación por los miles y miles de dólares en derechos de autor que yo
había devuelto a su campo misionero para la traducción y circula-
ción de nuevos libros y para las nuevas empresas misioneras, ellos
consideraban que el enviarme quinientos dólares era una pequeña
prenda de su aprecio. Me enviaron eso por su deseo de ayudarme
en un momento de necesidad especial. Pero hasta ahora he dado,
para el sostén de la causa del Señor en países extranjeros, todos
los derechos de autora que provienen de la venta de mis libros en
idioma extranjero en Europa, y tengo el propósito de devolver estos
quinientos dólares tan pronto como pueda liberarme de deudas.
Para la gloria de Dios os diré que, hace unos cuatro años, él me
capacitó para terminar de escribir un libro en cuanto a las parábolas
de Jesús, y entonces Dios puso en mi corazón dar ese libro para la
promoción de nuestra obra educativa denominacional.
En aquel tiempo, algunos de nuestros colegios mayores estaban
muy endeudados, pero mediante los esfuerzos de nuestros hermanos
para vender este libro y para dedicar toda la utilidad a liquidar esas
deudas, ya se han reunido más de doscientos mil dólares para pagar
esas deudas y todavía prosigue la buena obra. El éxito de este plan ha
sido un motivo de gran satisfacción para mí. Estoy ahora terminando
otro libro para que se use en forma parecida para otros propósitos.
Pero para mí lo más animador no es la utilidad financiera. Me
complazco en el pensamiento de que la circulación de estos libros es-
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tá trayendo muchas almas a la verdad. Este pensamiento ciertamente
alegra mi corazón. No tengo tiempo para detenerme a lamentar.
Prosigo con mi obra y constantemente escribo, escribo, escribo. Ge-
neralmente estoy levantada escribiendo temprano por la mañana,
cuando los demás están durmiendo.
Aun la aflicción no me ha obligado a dejar de escribir. No hace
mucho, después de haber ido a Australia, caí enferma. Debido a la
humedad de las casas, sufrí un ataque de reumatismo inflamatorio
que me postró durante once meses. A veces sufría intensamente.
Podía dormir en una posición sólo durante unas dos horas y entonces