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Mensajes Selectos Tomo 1
que aparta a las almas de la verdad para que prefieran fábulas. Tu le-
vadura de desconfianza, tu falta de confianza, tu inclinación a acusar,
cierra contra ti la puerta de entrada. No puede entrar por esa puerta
nada que sea capaz de echar a perder la felicidad de los moradores
al malograr su perfecta confianza mutua. No puedes unirte con la
feliz familia de los atrios celestiales, pues he enjugado toda lágrima
de los ojos de ellos. Tú nunca puedes ver al Rey en su belleza si tú
mismo no eres representante de su carácter.
“Cuando renuncies a tu voluntad propia, a tu sabiduría propia y
aprendas de Cristo, hallarás admisión en el reino de Dios. El requiere
una entrega entera y sin reservas. Entrégale tu vida para que él la
ordene, modele y disponga. Toma su yugo sobre tu cuello. Sométete
para ser guiado y enseñado por él. Aprende que a menos que seas
como un niñito, nunca podrás entrar en el reino de los cielos.
“Morar en Cristo es elegir únicamente el carácter de Cristo, de
modo que los intereses de él se identifiquen con los tuyos. Mora en
él para ser y hacer sólo lo que él quiere. Estas son las condiciones
del discipulado, y a menos que las cumplas, nunca podrás hallar
descanso. El descanso está en Cristo. No puede existir lejos de él.
“En el momento en que el yugo de él se ajuste en tu cuello, en ese
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mismo momento se nota que es fácil. Entonces se pueden efectuar
los trabajos espirituales más pesados, se pueden llevar las cargas
espirituales más difíciles, porque el Señor da el vigor y el poder, y da
alegría para hacer la obra. Toma nota de esto: ‘Aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón’.
Mateo 11:29
. ¿Quién habla así?
La Majestad del cielo, el Rey de gloria. El desea que tus conceptos
de las cosas espirituales sean purificados de la escoria del egoísmo,
la contaminación de una naturaleza torcida, áspera, falta de simpatía.
Debes tener una experiencia íntima más elevada. Morando en Cristo,
debes obtener un crecimiento en la gracia. Cuando estés convertido,
no serás un estorbo, sino que fortalecerás a tus hermanos”.
Cuando fueron pronunciadas estas palabras, vi que algunos se
apartaban con tristeza y se mezclaban con los burladores. Otros, con
lágrimas y el corazón quebrantado, hacían confesión a aquellos a
quienes habían lastimado y herido. No pensaban en mantener su
propia dignidad, sino que preguntaban a cada paso: “¿Qué debo
hacer para ser salvo?”
Hechos 16:30
. La respuesta era: “Arrepiéntete
y conviértete para que tus pecados puedan ir antes que tú al juicio