Página 165 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Qué predicar y qué no predicar
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lo hizo Daniel para que seamos protegidos por las inteligencias
celestiales.—
Carta 201, 1899
.
Sermones argumentativos
Los muchos sermones argumentativos rara vez enternecen y
subyugan el alma... Cada mensajero de la verdad debiera tener la
preocupación de hacer resaltar la plenitud de Cristo. Cuando no se
presenta el don gratuito de la justicia de Cristo, los discursos son
secos y faltos de espíritu; no se alimentan las ovejas y corderos. Dijo
Pablo: “Ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas
de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder”.
1 Corintios 2:4
. Hay médula y grosura en el Evangelio. Jesús es
el centro viviente de todo. Ponga a Cristo en cada sermón. Sean
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tratadas la preciosa misericordia y la gloria de Jesucristo, porque el
Cristo interior es la esperanza de gloria.—
Carta 15, 1892
.
Preséntese la verdad con humildad
Sed mensajeros fieles. No estéis ansiosos por oír y aceptar nue-
vas teorías, pues con frecuencia ellas son de tal naturaleza que no
deberían ser nunca presentadas delante de ninguna congregación.
No habléis palabras jactanciosas que exalten al yo. Brote la Palabra
de Dios de labios que están santificados por la verdad. Cada ministro
debe predicar la verdad como es en Jesús. Debiera estar seguro de lo
que afirma y debiera manejar la Palabra de Dios bajo la dirección del
Espíritu de Dios. Mis hermanos, caminad y trabajad cuidadosamente
delante de Dios para que ninguna alma sea inducida al engaño por
vuestro ejemplo. Mejor os hubiera sido no haber nacido nunca que
descarriar a una sola alma.
Los que profesan ser siervos de Dios necesitan obrar diligen-
temente para obtener de aquella vida donde no pueden entrar el
pecado, la enfermedad y el dolor. Deben instar a tiempo y fuera de
tiempo.
Dios necesita reformadores que pronuncien mensajes vigorosos
y elevadores desde nuestros púlpitos. Cuando los hombres presentan
sus propias palabras en su propia fuerza, en vez de predicar la Palabra
de Dios con el poder del Espíritu, quedan dolidos y ofendidos cuando