Enseñanzas fantásticas o especulativas
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a la amonestación: “Nadie os engañe con palabras vanas”.
Efesios
5:6
.
Debemos ser cuidadosos, no sea que interpretemos mal las Es-
crituras. Las claras enseñanzas de la Palabra de Dios no han de ser
tan espiritualizadas que se pierda de vista la realidad. No se fuerce el
sentido de las declaraciones de la Biblia en un esfuerzo por presentar
algo raro a fin de agradar la fantasía. Entended las Escrituras tales
como son. Evitad especulaciones ociosas acerca de lo que habrá en
el reino de los cielos.—
Manuscrito 30, 1904
.
Una cuestión de vida o muerte
Me han llegado cartas en que se me pregunta acerca de la en-
señanza de algunos que dicen que no debe matarse nada que tenga
vida, ni aun los insectos, no importa cuán molestos y dañinos sean.
¿Es posible que alguien pretenda que Dios le ha dado ese mensaje
para darlo a la gente? El Señor nunca ha dado tal mensaje a ningún
ser humano. Dios no ha dicho a nadie que es pecado matar los insec-
tos que destruyen nuestra tranquilidad y descanso. Cristo no dio un
mensaje de esta naturaleza en todas sus enseñanzas, y sus discípulos
han de enseñar sólo lo que les ordenó.
Hay quienes siempre procuran entrar en controversias. Este es
el resumen de su religión. Están llenos del deseo de presentar algo
nuevo y extraño. Se ocupan de asuntos de mínima trascendencia y
ejercitan en ellos sus talentos aguzados para la polémica.
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Se introducen fábulas ociosas como verdades importantes y algu-
nos las presentan como si fueran verdaderamente piedras de toque.
Así se crea la controversia y se apartan las mentes de la verdad
presente. Satanás sabe que si puede hacer que hombres y mujeres
resulten absorbidos por detalles insignificantes, serán desoídas las
cuestiones más importantes. El dará abundante material para llamar
la atención de los que están dispuestos a ocuparse de temas baladíes,
sin importancia. Las mentes de los fariseos estaban ocupadas con
cuestiones intrascendentes. Pasaban por alto las preciosas verdades
de la Palabra de Dios para discutir las enseñanzas tradicionales trans-
mitidas de generación a generación, que en ninguna forma tenían
nada que ver con su salvación. Y así es hoy: mientras preciosos mo-