Página 24 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Mensajes Selectos Tomo 1
y de los propósitos de Dios. Procurando simplificar o desenredar
los misterios ocultos durante siglos a los mortales, son como un
hombre que forcejea torpemente en el lodo, incapaz de liberarse, y
que, sin embargo, dice a otros cómo salir del mar fangoso en que se
encuentran. Esta es una representación adecuada de los hombres que
tratan de corregir los errores de la Biblia. Nadie puede mejorar la
Biblia sugiriendo lo que el Senor quiso decir o lo que debería haber
dicho.
Algunos nos miran con seriedad y dicen: “¿No creen que debe
haber habido algún error de copista o de traductor?” Todo esto es
probable, y aquellos que son tan estrechos para vacilar por esto y
tropezar en esta posibilidad o probabilidad, estarían también listos
para tropezar en los misterios de la Palabra inspirada, porque su débil
mente no puede discernir los propósitos de Dios. Sí, tropezarían con
la misma facilidad en los claros hechos que acepta la mente común
que discierne lo Divino, y para la cual las declaraciones de Dios son
claras y bellas, llenas de meollo y de grosura. Todos los errores no
ocasionarán dificultad a un alma ni harán que ningún pie tropiece, a
menos que se trate de alguien que elaboraría dificultades de la más
sencilla verdad revelada.
Dios entregó a hombres finitos la preparación de su Palabra
divinamente inspirada. Esta Palabra, distribuida en dos libros, el
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Antiguo y el Nuevo Testamentos, es el libro guía para los habitantes
de un mundo caído, libro legado a ellos para que, mediante su estudio
y la obediencia a sus instrucciones, ninguna alma pierda su camino
al cielo.
Los que piensan que pueden simplificar las pretendidas dificulta-
des de las sencillas Escrituras, calibrando con su regla finita lo que
es inspirado y lo que no es inspirado, mejor sería que se cubrieran
el rostro, como Elías cuando le habló la tenue vocecilla, pues están
en la presencia de Dios y de los santos ángeles, que durante siglos
han comunicado a los hombres luz y conocimiento, diciéndoles
qué hacer y qué no hacer, desplegando delante de ellos escenas de
emocionante interés, hito tras hito, en símbolos, representaciones e
ilustraciones.
Y él [Dios], mientras presenta los peligros que se amontonan en
los últimos días, no ha hecho idóneo a ningún hombre finito para
desenredar los misterios ocultos, ni ha inspirado a ningún hombre o