Página 248 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Mensajes Selectos Tomo 1
Las escrituras son nuestro guía
La Biblia es nuestro guía en las sendas seguras que conducen a la
vida eterna. Dios ha inspirado a hombres para que escriban aquello
que nos presente la verdad, que nos atraiga, y que, si se práctica,
capacitará al receptor a obtener poder moral para clasificarse entre
los más cabalmente educados. Se ampliarán las mentes de todos los
que hacen de la Palabra de Dios su tema de estudio. Mucho más que
cualquier otro estudio, éste es de una naturaleza que aumenta las
facultades de comprensión y proporciona nuevo vigor a cada facul-
tad. Pone a la mente en relación con los amplios y ennoblecedores
principios de la verdad. Nos coloca en íntima relación con todo el
cielo, al impartir sabiduría, conocimiento y entendimiento. Al tratar
con producciones vulgares y al alimentarse con los escritos de hom-
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bres no inspirados, la mente se empequeñece y rebaja. No está en
relación con los profundos y amplios principios de la verdad eterna.
El entendimiento se adapta inconscientemente a la comprensión de
las cosas con las cuales es familiar, y en la consideración de esas
cosas se debilita el entendimiento y sus facultades se empequeñecen.
Dios desea que sean escudriñadas las Escrituras: la fuente de la
ciencia que está por encima de toda teoría humana. Desea que el
hombre cave profundamente en las minas de verdad para que pueda
ganar el valioso tesoro que contienen. Pero con demasiada frecuencia
las teorías y la sabiduría humanas se ponen en el lugar de la ciencia
de la Biblia. Los hombres se ocupan en la obra de remodelar los
propósitos de Dios. Tratan de hacer distinciones entre los libros de la
Biblia. Mediante sus falsedades hacen que las Escrituras presenten
una mentira.
Precisamente lo que necesita el hombre
Dios no ha hecho que la recepción del Evangelio dependa del
razonamiento humano. El Evangelio está adaptado para ser alimento
espiritual, para satisfacer el apetito espiritual del hombre. En todos
los casos, es precisamente lo que el hombre necesita. Los que han
creído necesario que los alumnos de nuestros establecimientos de en-
señanza estudien a muchos autores, son ellos mismos ignorantísimos
en los grandes temas de la Biblia. Los mismos docentes necesitan