Página 247 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

Basic HTML Version

“Escudriñad las escrituras”
243
La humillación del hombre Cristo Jesús es incomprensible para
la mente humana, pero su divinidad y su existencia antes de que
el mundo fuera formado nunca pueden ser puestas en duda por los
que creen en la Palabra de Dios. El apóstol Pablo habla de nuestro
Mediador, el unigénito Hijo de Dios, el cual en un estado de gloria era
en la forma de Dios, el Comandante de todas las huestes celestiales,
y quien, cuando revistió su divinidad con humanidad, tomó sobre sí
la forma de siervo. Isaías declara: “Un niño nos es nacido, hijo nos
es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono
de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio
y en justicia desde ahora y para siempre”.
Isaías 9:6, 7
.
Al consentir en convertirse en hombre, Cristo manifestó una
humildad que es la maravilla de las inteligencias celestiales. El
acto de consentir en ser hombre no habría sido una humillación si
no hubiera sido por la excelsa preexistencia de Cristo. Debemos
abrir nuestro entendimiento para comprender que Cristo puso a un
lado su manto real, su corona regia y su elevado mando, y revistió
[286]
su divinidad con humanidad para que pudiera encontrarse con el
hombre donde éste estaba y para proporcionar a los miembros de la
familia humana poder moral, a fin de que llegaran a ser los hijos e
hijas de Dios. Para redimir al hombre, Cristo se hizo obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz.
La humanidad del Hijo de Dios es todo para nosotros. Es la
cadena áurea que une nuestra alma con Cristo, y mediante Cristo, con
Dios. Esto ha de ser nuestro estudio. Cristo fue un verdadero hombre.
Dio prueba de su humildad al convertirse en hombre. Sin embargo,
era Dios en la carne. Cuando tratemos este tema, haríamos bien en
prestar atención a las palabras pronunciadas por Cristo a Moisés en
la zarza ardiente: “Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en
que tú estás, tierra santa es”.
Éxodo 3:5
. Debiéramos emprender este
estudio con la humildad del que aprende con corazón contrito. Y
el estudio de la encarnación de Cristo es un campo fructífero que
recompensará al escudriñador que cava profundamente en procura
de la verdad oculta.