La entrega y la confesión
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dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en
los cielos dará buenas cosas a los que le piden?”
Mateo 7:9-11
.
Cristo nos hizo una exhortación acerca de la buena voluntad de
Dios para ayudar, usando como argumento el amor natural de los
padres hacia sus retoños. ¿Qué padre se apartaría de su hijo que
le pide pan? ¿Deshonraría alguien a Dios imaginándose que no
responderá al llamado de sus hijos? ¿Nos imaginaríamos que un
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padre es capaz de burlarse de su hijo y de atormentarlo despertando
su expectativa tan sólo para chasquearlo? ¿Prometería un padre dar
alimento bueno y nutritivo a su hijo, para darle luego una piedra?
Si pues vosotros, siendo humanos y malos, dais buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en el cielo dará
buenas cosas a los que se las piden? El Señor asegura que dará el
Espíritu Santo a los que se lo piden.
Cristo mezcla su propia justicia con la confesión del pecador
arrepentido y creyente para que la oración del hombre caído pueda
ascender como incienso fragante delante del Padre y sea impartida
la gracia de Dios al alma creyente. Jesús dice al alma arrepentida
y trémula: “¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz;
sí, haga paz conmigo”.
Isaías 27:5
. “Venid luego, dice Jehová, y
estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como
la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí,
vendrán a ser como blanca lana”.
Isaías 1:18
. ¿Le permitiréis estar
a cuenta con vosotros? ¿Le entregaréis el cuidado de vuestra alma
como a un fiel Creador? Venid, pues, y vivamos a la luz de su rostro, y
oremos como David: “Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame,
y seré más blanco que la nieve”.
Salmos 51:7
. Aplicad por fe la
sangre de Cristo a vuestro corazón, pues sólo eso puede haceros más
blancos que la nieve. Pero decís: “Esta entrega de todos mis ídolos
quebrantará mi corazón”. Este renunciamiento a todo por causa de
Dios está representado por vuestra caída sobre la Roca y por vuestro
quebrantamiento. Renunciad pues a todo por él, porque a menos que
seáis quebrantados, no tenéis valor.
Cuando os apartéis de las cisternas rotas que no pueden retener
agua, y en el nombre de Jesús vuestro Abogado vayáis directamente a
Dios para pedirle las cosas que necesitáis, será revelada la justicia de
Cristo como vuestra justicia, la virtud de Cristo como vuestra virtud.
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Entonces comprenderéis que la justificación vendrá solamente por