Página 349 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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La transformación mediante la fe y la obediencia
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Satanás derrotado por la muerte de Cristo
En esta elección, se manifestaron los principios de Satanás, y
las huestes del cielo y todos los mundos que Dios había creado
juzgaron que Satanás era acusador de los hermanos, mentiroso y
asesino. En el cielo y en los mundos no caídos se definió la cuestión
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del poder engañoso de Satanás, de sus principios malignos y para
siempre se demostró la perfecta pureza y santidad de Cristo, que
estaba soportando el examen y la prueba en favor del hombre caído.
Mediante el desarrollo del carácter y de los principios de Satanás,
éste fue para siempre desarraigado del afecto de los mundos no
caídos, y en el cielo se definió para siempre el conflicto acerca de sus
demandas y de las demandas de Cristo. La justicia manifestada en
el carácter de Cristo había de ser para siempre el ancla, la esperanza
salvadora del mundo. Cada alma que elige a Cristo puede decir con
fe: “El Señor es mi justicia”.
Cristo fue “despreciado y desechado entre los hombres, varón
de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos
de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente
llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros
le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo
de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”.
Isaías 53:3-5
.
La gracia de Cristo y la ley de Dios son inseparables. En Jesús la
misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besa-
ron. En su vida y carácter, no sólo revela el carácter de Dios, sino las
posibilidades del hombre. Era el representante de Dios y el ejemplo
de la humanidad. Presentó ante el mundo lo que la humanidad podría
llegar a ser cuando se uniera por fe con la divinidad. El unigénito
Hijo de Dios tomó sobre sí la naturaleza del hombre y estableció
su cruz entre la tierra y el cielo. Mediante la cruz, el hombre fue
atraído a Dios, y Dios al hombre. La justicia se inclinó desde su
puesto elevado y sublime, y las huestes celestiales, los ejércitos de
la santidad, se acercaron a la cruz, inclinándose con reverencia, pues
en la cruz se satisfizo la justicia. Mediante la cruz, el pecador fue
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rescatado de la fortaleza del pecado, de la confederación del mal,
y cada vez que se acerca a la cruz se enternece su corazón y clama