Página 37 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Elena G. de White y sus escritos
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de los Testimonios, 2:270-293
y también en el capítulo siguiente,
294-302.
La declaración que Ud. cita del Testimonio N
o
31 [tomo 5, en
inglés, pp. 67—no está en castellano] es correcta: “En estas cartas
que escribo, en el testimonio dado, os presento lo que el Señor me
ha presentado. No escribo un solo artículo en la revista que exprese
meramente mis propias ideas. Son lo que Dios ha desplegado ante mí
en visión: los preciosos rayos de luz que brillan del trono”. Esto es
verdad en cuanto a los artículos en nuestras revistas y en los muchos
tomos de mis libros. He sido instruida de acuerdo con la Palabra y
en los preceptos de la ley de Dios. He sido instruida al elegir entre
las lecciones de Cristo. ¿No está de acuerdo con las enseñanzas de
Jesucristo la posición que tomo en mis escritos?
El peligro de afirmaciones engañosas
No he de contestar sí o no a algunas de las preguntas que Ud. me
ha hecho. No debo hacer declaraciones que puedan ser mal interpre-
tadas. He sido instruida para ver y sentir el peligro de los que están
poniendo en peligro su alma, a veces, por escuchar afirmaciones
engañosas acerca de los mensajes que Dios me ha dado. Mediante
muchas distorsiones y rodeos y falsos razonamientos acerca de lo
que he escrito, tratan de vindicar su incredulidad personal. Estoy
triste por mis hermanos que han estado caminando en la neblina
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de los recelos, el escepticismo y los falsos razonamientos. Sé que
algunos de ellos serían bendecidos por mensajes de consuelo si las
nubes que oscurecen su visión espiritual pudieran ser despejadas
y así pudieran ver correctamente. Pero no ven con claridad. Por lo
tanto, no me atrevo a comunicarme con ellos. Cuando el Espíritu de
Dios disipe el misticismo, se hallarán fe y consuelo tan completos
y esperanza en los mensajes que se me ha ordenado dar, como se
hallaron en ellos en los años pasados.
La verdad ciertamente ganará la victoria. No duerme, sino vela
Aquel que dio su vida para rescatar al hombre de los engaños de
Satanás. Cuando sus ovejas se aparten de seguir la voz de un extraño,
al cual no pertenecen, se regocijarán otra vez en la voz que habían
seguido con amor.