La relación de la fe y las obras
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Desde el principio hasta el fin, el hombre ha de ser colaborador
con Dios. A menos que el Espíritu Santo actúe sobre el corazón
humano, tropezaremos y caeremos a cada paso. Los esfuerzos del
hombre solo no son nada sino inutilidad, pero la cooperación con
Cristo significa victoria. Por nosotros mismos, no tenemos poder
para arrepentirnos del pecado. A menos que aceptemos la ayuda
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divina, no podemos dar el primer paso hacia el Salvador. El dice:
“Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin” (
Apocalipsis 21:6
)
en la salvación de cada alma.
Pero aunque Cristo es todo, hemos de inspirar en cada hombre
una diligencia incansable. Hemos de esforzarnos, luchar, sufrir in-
tensamente, velar, orar para que no seamos vencidos por el astuto
enemigo. Puesto que el poder y la gracia con los cuales podemos
hacer esto provienen de Dios, siempre hemos de confiar en Aquel
que puede salvar hasta lo sumo a todos los que se allegan a Dios por
él. Nunca dejéis en la mente la impresión de que hay poco o nada
que hacer de parte del hombre, sino más bien enseñad que el hombre
ha de cooperar con Dios para que pueda vencer.
No diga nadie que sus obras no tienen nada que ver con su
jerarquía y posición delante de Dios. En el juicio, se pronunciará
la sentencia de acuerdo con lo que ha sido hecho o lo que ha sido
dejado sin hacer.
Mateo 25:34-40
.
Se requieren esfuerzos y labor de parte del que recibe la gracia de
Dios, pues el fruto es el que manifiesta cuál es el carácter del árbol.
Aunque las buenas obras del hombre, sin fe en Jesús, no tienen más
valor que la ofrenda de Caín, sin embargo, cubiertas con los méritos
de Cristo, testifican de la idoneidad del que las hace para heredar
la vida eterna. Lo que es considerado como moral en el mundo no
alcanza la norma divina y no tiene más mérito delante del cielo que
el que tuvo la ofrenda de Caín.—
Manuscrito 26a, 1892
.
Al paso que se somete al Espíritu Santo
Todo el que tiene un sentido claro de lo que significa ser cristiano
se purificará de todo lo que debilita y contamina. Todos los hábitos
de su vida serán puestos en armonía con los requisitos de la Palabra
de verdad. Y no sólo creerá, sino que se ocupará de su salvación con
temor y temblor al paso que se somete a la acción modeladora del
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