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Mensajes Selectos Tomo 1
mos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su
Hijo en propiciación por nuestros pecados”.
1 Juan 4:10
.
En el amor de Dios se ha manifestado la más maravillosa veta de
verdad preciosa, y los tesoros de la gracia de Cristo están expuestos a
la iglesia y al mundo. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito...”.
Juan 3:16
. ¡Qué amor es éste, qué
maravilloso e insondable amor, capaz de inducir a Cristo a morir por
nosotros mientras todavía éramos pecadores! ¡Qué pérdida es para
el alma que comprende las poderosas demandas de la ley y que, sin
embargo, falla en comprender la gracia de Cristo que sobreabunda!
Es cierto que la ley de Dios revela el amor de Dios cuando es
predicada como la verdad en Jesús, pues el don de Cristo para este
mundo culpable debe tratarse ampliamente en cada sermón. No es
de admirarse que los corazones no hayan sido subyugados por la
verdad, puesto que ha sido presentada en una forma fría y sin vida.
No es de admirarse que la fe haya vacilado ante las promesas de
Dios, puesto que los ministros y obreros han dejado de presentar
a Jesús en su relación con la ley de Dios. ¿Con cuánta frecuencia
debieran haber asegurado a los oyentes que “el que no escatimó ni
a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no
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nos dará también con él todas las cosas?”
Romanos 8:32
.
Satanás se esfuerza para que los hombres no vean el amor de
Dios que lo indujo a dar a su Hijo unigénito para salvar a la raza
perdida, pues es la bondad de Dios la que guía a los hombres al
arrepentimiento. ¡Oh! ¿Cómo podremos tener éxito en presentar
ante el mundo el profundo y precioso amor de Dios? En ninguna
otra forma podemos lograrlo sino exclamando: “Mirad cuál amor
nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”.
1
Juan 3:1
. Digamos a los pecadores: “He aquí el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo”.
Juan 1:29
. Presentando a Jesús
como el representante del Padre, podremos desvanecer la sombra
que Satanás ha proyectado sobre nuestra senda a fin de que no
veamos la misericordia y el amor de Dios, el inexpresable amor de
Dios tal como se manifiesta en Jesucristo.