Cristo, el centro del mensaje
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Contemplad la cruz
Contemplad la cruz del Calvario. Es una garantía permanente del
ilimitado amor, la inconmensurable misericordia del Padre celestial.
Ojalá todos se arrepintieran e hicieran sus primeras obras. Cuando
hagan esto las iglesias, amarán a Dios por sobre todas las cosas y a
sus prójimos como a sí mismos. Efraín no envidiará a Judá, y Judá
no vejará a Efraín. Entonces serán curadas las divisiones, no se oirán
más los sonidos ásperos de la contienda en los confines de Israel.
Mediante la gracia que les es dada gratuitamente por Dios, todos
procurarán contestar la oración de Cristo: que sus discípulos sean
uno, así como él y el Padre son uno. La paz, el amor, la misericordia,
y la benevolencia serán los principios permanentes en el alma. El
amor de Cristo será el tema de cada lengua, y no dirá más el Testigo
fiel: “Tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”
Apocalipsis
[452]
2:4
. El pueblo de Dios habitará en Cristo, será revelado el amor
de Jesús, y un Espíritu animará todos los corazones regenerando y
renovando a todos a la imagen de Cristo, modelando de igual manera
todos los corazones. Como ramas vivientes de la Vid verdadera,
todos se unirán con Cristo: la cabeza viviente. Cristo morará en cada
corazón, guiando, consolando, santificando y presentando al mundo
la unidad de los seguidores de Jesús, lo que así dará testimonio
de que las credenciales celestiales son proporcionadas a la iglesia
remanente. La unidad de la iglesia de Cristo demostrará que Dios
envió a su Hijo unigénito al mundo.
Cuando los hijos de Dios son uno en la unidad del Espíritu, todo
farisaísmo, toda justicia propia, que fueron el pecado de la nación
judía, se eliminarán de su corazón. El molde de Cristo estará en cada
miembro individual de su cuerpo, y su pueblo será odres nuevos en
los cuales él pueda vaciar su vino nuevo, y el vino nuevo no romperá
los odres. Dios hará conocer el misterio que ha estado oculto durante
siglos. Hará saber cuáles son “las riquezas de la gloria de este
misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza
de gloria” (
Colosenses 1:27
) también se citan los
versículos 28 y 29
.
Jesús vino para impartir el Espíritu Santo al alma humana. Me-
diante ese Espíritu, el amor de Dios es difundido en el corazón, pero
es imposible conceder el Espíritu Santo a los hombres que están
cristalizados en sus ideas, cuyas doctrinas son todas estereotipadas e