Página 52 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Mensajes Selectos Tomo 1
propio corazón y ponerse en armonía con los puros principios del
Evangelio, encuentran faltas y condenan precisamente los medios
que Dios ha elegido para preparar a un pueblo que esté en pie en el
día del Señor.
Si viene algún escéptico que no está dispuesto a encuadrar su
vida por las normas de la Biblia, y que trata de ganar el favor de
todos, cuán pronto hace salir a los que no están en armonía con la
obra de Dios. Los que están convertidos y arraigados en la verdad
no encontrarán nada atrayente ni provechoso en la influencia o en-
señanza del tal. Pero los que tienen un carácter defectuoso, cuyas
manos no son puras, cuyos corazones no son santos, cuyos hábitos
de vida son laxos, que son ásperos en su hogar o indignos de con-
fianza en sus manejos, todos éstos, ciertamente, disfrutarán de las
nuevas opiniones presentadas. Si así lo desean, todos pueden ver la
verdadera medida del hombre, la naturaleza de su enseñanza en el
carácter de sus seguidores.
Los que tienen más que decir contra los testimonios son gene-
ralmente los que no los han leído, así como los que se jactan de su
incredulidad en la Biblia son aquellos que tienen poco conocimiento
de sus enseñanzas. Saben que ella los condena, y el rechazarla les
da un sentimiento de seguridad en su proceder pecaminoso.
El poder fascinante del error
En el error y en la incredulidad hay algo que aturde y fascina a
la mente. Poner en duda, dudar y abrigar la incredulidad, a fin de
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excusarnos por habernos apartado del sendero recto, es mucho más
fácil que purificar el alma creyendo en la verdad y obedeciéndola.
Pero cuando las mejores influencias crean en alguien el deseo de
volver, el tal se encuentra entrampado en una red de Satanás, como
una mosca en una telaraña, de tal modo que le parece una tarea sin
esperanza y rara vez se libera a sí mismo de la trampa que le armó
el astuto enemigo.
Una vez que los hombres han admitido la duda y la incredulidad
en los testimonios del Espíritu de Dios, están decididamente tenta-
dos a aferrarse a las opiniones que han sostenido delante de otros.
Sus teorías y opiniones se fijan como una sombría nube sobre la
mente, repeliendo así todo rayo de evidencia en favor de la verdad.