Página 90 - Mensajes Selectos Tomo 1 (1966)

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Mensajes Selectos Tomo 1
disposición para ayudar a los necesitados les gana la gratitud de los
que ayudan y la aprobación del cielo.
Esos fieles obreros deberían tener la simpatía de la iglesia. El
Señor oirá las oraciones en favor de ellos. Y la iglesia no debería
dejar de mostrar un interés práctico en su obra.
Nadie vive para sí. A cada uno se le asigna un puesto de deber
en la obra de Dios. La unión de todos fortalece la obra de cada uno.
A medida que crezcan la fe, el amor y la unidad de la iglesia, se
magnificará su círculo de influencia, y siempre han de alcanzar los
límites máximos de esa influencia, extendiendo constantemente los
triunfos de la cruz.
Levántate, resplandece
Dios nos exhorta a que rompamos las cintas de nuestro estricto
servicio interno. El mensaje del Evangelio ha de ser llevado a las
ciudades y fuera de las ciudades. Hemos de exhortar a todos para
que se alisten en torno de la bandera de la cruz. Cuando esta obra
se haga en la debida forma, cuando trabajemos con celo divino para
añadir conversos a la verdad, el mundo verá el poder que acompaña
al mensaje de la verdad. La unidad de los creyentes da testimonio
del poder de la verdad que es capaz de poner en perfecta armonía a
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hombres de diferentes caracteres, unificando sus intereses.
Las oraciones y ofrendas de los creyentes se combinan con
esfuerzos fervientes y abnegados, y entonces son ciertamente un
espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres. Los hombres
se convierten de nuevo. La mano que una vez se aferraba a la recom-
pensa de un sueldo mayor, se ha convertido en la mano ayudadora
de Dios. Los creyentes están unidos por un solo interés: el deseo
de crear centros de verdad donde Dios sea exaltado. Cristo los une
con santos vínculos de unión y amor, vínculos que tienen un poder
irresistible.
Jesús oró en procura de esa unidad precisamente antes de su
juicio, no estando sino a un paso de la cruz. “Para que todos sean
uno—dijo—, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos
sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”.
Juan 17:21
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