Página 148 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Los dos caminos
En la conferencia celebrada en Battle Creek, Míchigan, el 27
de mayo de 1856, se me mostraron en visión algunas cosas corres-
pondientes a la iglesia en general. Pasaron ante mí la gloria y la
majestad de Dios. Dijo el ángel: “La majestad de Dios es terrible; y
sin embargo, vosotros no lo advertís. Su cólera es aterradora; y no
obstante le ofendéis diariamente. Esforzaos por entrar a través de la
puerta estrecha, porque ancha es la puerta y anchuroso el camino
que conduce a la destrucción y muchos son los que andan por él;
pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la
vida, y pocos lo encuentran”. Estos caminos son distintos, están
separados y van en direcciones opuestas. Uno conduce a la vida
eterna y el otro a la muerte. Vi la distinción entre ambos caminos y
también la distinción entre quienes por ellos andaban. Los caminos
eran totalmente opuestos. Uno era ancho y llano; el otro áspero y
estrecho. Así, quienes por ellos iban eran opuestos en carácter, estilo
de vida, manera de vestir, y conversación.
Los que van por el camino estrecho hablan de la alegría y felici-
dad que les aguardan al fin de la jornada. Su aspecto es a menudo
triste, pero a veces brilla con sagrado y santo gozo. No visten como
los que van por el camino ancho ni hablan ni obran como ellos. Se
les ha dado un modelo. Un “varón de dolores, experimentado en
quebranto”, les abrió el camino y por él anduvo. Sus seguidores
ven sus huellas y al verlas se consuelan y animan. El llegó salvo al
destino, y también ellos podrán llegar a salvo si siguen sus huellas.
En el camino ancho, todos piensan en sí mismos, en su ropa y
en los placeres del camino. Se entregan libremente a la hilaridad y
algazara, sin pensar en el término de la jornada, donde les aguarda
segura destrucción. Cada día se acercan más a su nefasta suerte; sin
embargo, se apresuran locamente, cada vez con más rapidez. ¡Oh,
cuán terrible me pareció aquel espectáculo!
Vi que muchos de los que iban por ese camino ancho llevaban
escritas sobre sí estas palabras: “Muerto para el mundo. El fin de
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