Página 212 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (2003)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1
posterior, y que tenéis cuantiosas posesiones, Dios os ha llamado al
campo, no solamente para que disfrutéis de la verdad, sino también
para que ayudéis con vuestros bienes a llevar adelante esta gran obra.
Y si os interesáis en esta obra avanzaréis e invertiréis en ella una
parte de vuestros bienes, para que otros puedan salvarse mediante
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vuestros esfuerzos, y así cosecharéis con ellos la recompensa final.
Se han realizado grandes sacrificios y se han soportado privaciones
para hacer brillar la verdad con clara luz delante de vosotros. Ahora
Dios os llama, porque es vuestro turno de hacer grandes esfuerzos y
sacrificaros a fin de colocar la verdad ante los que se encuentran en
tinieblas. Dios requiere esto. Puesto que profesáis creer la verdad,
dejad que vuestras obras den testimonio de este hecho. Vuestra fe
estará muerta a menos que la pongáis en acción. Ninguna otra cosa
fuera de una fe activa os salvará de los terribles acontecimientos que
están por sobrevenir.
Vi que ha llegado el tiempo cuando los que tienen cuantiosas
posesiones deben actuar rápidamente. Es tiempo de que no sólo ha-
gan provisión para la causa según Dios
ahora
los está prosperando,
sino en la forma como los
ha
prosperado. Durante los días de los
apóstoles se trazaron planes especiales para que algunos no estuvie-
ran aliviados mientras otros estaban recargados. Se adoptaron las
disposiciones necesarias para que todos participaran equitativamente
en las cargas de la iglesia de Dios de acuerdo con sus habilidades.
Dijo el ángel: “El hacha está puesta a la raíz de los árboles”.
Mateo
3:10
. Los que, como Judas, han confiado en los tesoros terrenales,
se quejarán en la misma forma como él lo hizo. Su corazón codi-
ciaba el costoso ungüento derramado sobre Jesús, y procuró ocultar
su egoísmo bajo una piadosa consideración por los pobres: “¿Por
qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a
los pobres?”
Juan 12:5
. El quería tener el perfume en su posesión,
porque así no se derrocharía en el Salvador. El lo aplicaría a su
uso personal y lo vendería para quedarse con el dinero. Valoraba a
su Señor tan sólo lo suficiente para venderlo por treinta piezas de
plata a hombres perversos. Así como Judas presentó a los pobres
como una excusa de su egoísmo, así también hay cristianos profesos
cuyos corazones son codiciosos, que procuran esconder su egoísmo
detrás de una rectitud fingida. Afirman que al adoptar nosotros la
dadivosidad sistemática estamos llegando a ser como las iglesias